1.2 El enfoque cultural aplicado a los medios audiovisuales y su contextualización histórica. 

En términos generales, la cosificación es todo acto de despersonalización de un sujeto, de enajenación de su propia personalidad, es decir, muestra a las personas como objetos que pueden ser expuestos, explotados y utilizados. Esto es lo que ha ocurrido a lo largo de la historia y sigue ocurriendo a día de hoy con la mujer, lamentablemente.

Con frecuencia somos testigos de la cosificación de la mujer con mayor presencia en nuestra sociedad: la sexual, convirtiéndola en un objeto dispuesto a complacer al hombre en sus deseos. Este atisbo se ve alimentado de muchos otros factores como anuncios impresos, televisivos y de otro tipo en los que a la figura femenina se la deja como un mero objeto que tiene que ser aprovechado. Esta sexualidad suele ir de la mano de herramientas como cigarros, licores, vehículos, productos de perfumería y una enorme cantidad de otros tantos enseres que las empresas quieren vender.

La gran mayoría de los casos, esta conversión de la mujer en un objeto se produce con base a cierto énfasis en una zona concreta del cuerpo, como podría ser en los casos más habituales, la boca, los pechos, una pierna al descubierto o las nalgas con connotaciones eróticas.  Este erotismo no se produce únicamente a partir de la desnudez, sino que también surge de la construcción del contexto en el que se sitúa, de la postura, de la gesticulación, de las facciones de la cara y las características físicas de cada cuerpo.

No hay que ir muy lejos para apreciar pensamientos machistas. Diariamente encontramos numerosos anuncios publicitarios, incluso grandes producciones cinematográficas, en las letras de canciones (sobre todo el reggaetón, que está tan de moda), en el trato periodístico que reciben las atletas femeninas. Y sin acudir a casos ajenos, hay multitud de comportamientos, como por ejemplo, algo tan sencillo como una chica que sale de fiesta con una falda corta, se ve sometida a soportar miradas obscenas, piropos pasivo-agresivos, palabras fuera de lugar y a menudo tocamientos y roces. Y todo por el simple hecho de llegar una falda. ¡Una falda!.

Uniformes escolares, uniformes laborales, vestuario y maquillaje de actrices en películas, disfraces infantiles… Pero lo más preocupante no es eso. Es el vocabulario utilizado tanto por mujeres como por hombres, el mismo que tenemos tan integrado y normalizado que ni siquiera nos planteamos los posibles sentidos de interpretación que tienen.

La cosificación es una forma de violencia machista que nos cuesta identificar como tal por la normalización social que hemos establecido. Sería necesario que más de uno se replantee dónde está la raíz del problema que vivimos cada día las mujeres.

¿De verdad en pleno siglo XXI parece normal que una chica sea acosada por las calles e incluso violada por seres que no se deberían considerar ni personas? No hay derecho a que nos sintamos despojos, no lo hay. Y si yo como mujer, he sufrido piropos asquerosos y me tocamientos repugnantes y me he sentido cosificada, no me quiero imaginar la situación de una chica violada o agredida en cualquier sentido.

Analizar y reflexionar sobre las representaciones que ofrece el cine permite detectar aquellos roles y estereotipos que pasan desapercibidos, para tener una mirada activa sobre lo que vemos. El test de Bechdel permite entrenar esa capacidad de análisis. Se trata de una viñeta creada en los años ochenta por Alison Bechdel, en la que mostraba a dos mujeres que comentaban que no verían películas que no cumplieran con tres requisitos: Que, al menos, aparecieran dos mujeres con nombre propio; Que hablaran entre ellas; Que no lo hicieran solo de hombres y amor.

Así apareció este famoso test que en la actualidad sirve como prueba de algodón para detectar si una película es o no sexista. El problema es que, si pasamos ese algodón por la mayoría de los films, muy pocos lo cumplen.

Sin embargo, no solo es importante fijarnos en los personajes femeninos, si hablan o se tienen nombre propio, ya que el cine juega con muchos más elementos como los planos, los enfoques, la música, los colores, la luz… que también nos permiten observar con detenimiento qué nos están intentando transmitir sobre qué es ser hombre, qué es ser mujer y cómo tenemos que comportarnos en función a ello.

La cámara funciona como el ojo de las y los espectadores, que recorta la realidad en cada encuadre y lo presenta como la totalidad. Lo mismo pasa con los planos. Por ejemplo, un plano picado sitúa a la audiencia por encima del personaje, mostrando esos personajes como indefensos e inofensivos. Sin embargo, un plano contrapicado produce el efecto opuesto. Estas elecciones que se realizan a través del objetivo de la cámara tienen un significado en el modo de representar a unos y a otros personajes.

Pilar Aguilar, analista de ficción audiovisual y crítica de cine, habla en varios de sus libros que los primeros planos se producen más sobre las mujeres que sobre los hombresrecortando determinadas partes de su cuerpo que aparecen troceados y cosificados, planos invasivos que tienden a mostrar que lo importante no son tanto esos personajes femeninos, sino sus nalgas, pecho y boca.

Precisamente, sobre esa cosificación de las mujeres en el cine, un análisis de las películas de Hollywood en 2014 demostró que las mujeres aparecen con poca ropa en los films en un 26% frente a un 9% de los hombres.  Otro estudio hecho en 2015 con datos recogidos del análisis de las 100 mejores películas de ese año según MDSC Initiative, aseguraba que las mujeres aparecen en esos films con poca ropa en el 30,2 % de los casos y con algún tipo de desnudo en el 29%.

Otro caso aparte es la pornografía, una pornografía “mainstream”, es decir aquel que se realiza dentro de ciertas normas industriales claramente aceptadas, que caen dentro de las regulaciones que los estados que lo han legalizado y permiten más abusos que en cualquier otro trabajo. Puede no haberlños , pero no hay reglas de ninguna clase. Hay agregadores porno de ninguna clase. Hay agregadores porno donde se pueden encontrar vídeos personalísimos, hechos para lo privado, por lo que hacerlo público ya signifacaría un abuso. Pero en general lo que vemos está hecho entre cientos de adultos.- Es penoso. Pero, es así.

En definitiva, la mujer en ocasiones es un objeto utilizado para complacer la satisfacción del prototipo de hombre machista. No está justificado, pero por desgracia a día de hoy las mujeres aún tenemos que soportar vernos reducidas a significar una cosa. Queda mucho por luchar, pero aunque las mujeres del siglo XXI no lleguemos a vivir la igualdad (porque creo que es un proceso muy, pero que muy lento) las del XXII lleguen a verlo.

https://elfeminismo.com/cosificacion-sexual-de-la-mujer-objeto/https://puedesdecirno.org/lo_que_necesitas/que-es-la-cosificacion-de-la-mujer-y-como-la-denigra/https://www.concilia2.es/cine-con-perspectiva-de-genero/https://lidianavarrocardenas.wordpress.com/2018/11/30/proyecto-periodistico-la-mujer-en-el-cine-valoracion-o-cosificacion/