Cuando hablamos de los inicios de la televisión en la década de los 20, siempre hacemos alusión a nombres como Philo Farnsworth, John Logie Baird o Charles Francis Jenkins como los creadores, pero muchas veces nos olvidamos de pensar en el papel que tuvieron las mujeres pioneras en esa época. Pocas de ellas son recordadas en la actualidad, ya que vivir en un mundo hecho para hombres, hizo que sus nombres fueran borrados de la historia de este medio. 

86 años atrás, nos encontramos en los inicios de las transmisiones de una de las cadenas televisivas más famosas del mundo, la BBC. Sorprendentemente, y dentro de la desigualdad que encontrábamos en aquella época, la BBC se mostraba un medio progresista, puesto que consideraban a las mujeres como una parte vital del engranaje televisivo, tanto al frente como detrás de las cámaras. La mitad de la plantilla con la que contaba la cadena eran mujeres. «Había ejecutivas, mucho más de lo que nos hubiéramos imaginado en esos días, pues la corporación era muy visionaria», dijo Louise Singer, una asistente de producción en los años 40 y 50. 

Muchas mujeres eran empleadas como secretarias, pero poco a poco se les pedía que hicieran mucho más, trabajando, por ejemplo, como productoras y operadoras técnicas en programas de entretenimiento y noticias, que se emitían desde los estudios. A pesar de esto, la igualdad no era absoluta, ya que en esa época la vestimenta de las mujeres era muy estricta, por ello, Olive Trevett, que operaba el apuntador, necesitó permiso especial para utilizar pantalones durante el trabajo. «No nos permitían vestir como queríamos. Siempre vestíamos faldas” recordó Trevett. «Los pantalones estaban prohibidos, pero eso suena ridículo hoy en día». Año tras año la televisión fue cogiendo fuerza y popularidad entre el público, algo que no benefició especialmente a las mujeres, ya que cada vez había más hombres interesados en trabajar en este medio, y por el simple hecho de ser varones, tenían más prioridad a la hora de ser elegidos. «A medida que la televisión se volvió más profesional, tal vez empezó a proyectarse como una carrera más atractiva para los hombres», expresó la doctora Helen Wheatley, especialista en estudios de cine de la Universidad de Warwick. «En esos días había casi una igualdad de género en el gremio que después empezó a desaparecer», concluyó.

Esta tendencia se manifestó en todos los países que desarrollaron el medio televisivo, dándole a la mujer un papel totalmente secundario. Únicamente encontramos alguna excepción a esta injusta regla, como en el caso de Fran Allison, una mujer que consiguió, después de varios años trabajando como cantante y presentadora en radio, tener su propio programa televisivo y participar en diversos musicales durante dos décadas.

A partir de la segunda mitad del siglo XX, comenzaron a aparecer algunos cambios notorios, donde las mujeres empezaron a tener más fuerza e influencia en el nuevo medio audiovisual. En Estados Unidos se formó una ola feminista que rehivindicaba y exigía más poder e igualdad para las mujeres. La actriz Marlo Thomas, fue una de las primeras mujeres en tener su propia serie, contando además con una trama feminista de superación en una sociedad machista. Esta serie, titulada “That girl” fue uno de los primeros programas televisivos que se centró en una mujer soltera que trabajaba y vivía sola, consiguiendo allanar el camino para muchos otros programas de este estilo. Tras cinco años de producción, la actriz decidió terminar la serie ya que rechazó la idea de ABC de que el final fuese una boda entre los protagonistas; no era el mensaje que quería lanzar a su audiencia femenina, porque daba la impresión de que el único final feliz o válido en la vida de una mujer es el matrimonio con un hombre. Thomas fue en su época, la segunda mujer en producir su propia serie, después de Lucille Ball.  

De esta manera, las mujeres encontraron cada vez más libertad en la televisión. Angie Dickinson fue la primera en vestirse de policía; Lynda Carter maravilló a todos gracias a su interpretación de Wonder Woman; y Bea Arthur enseñó lo que era el aborto en un horario de máxima audiencia.

En el año 1986, una mujer, Oprah Winfrey, apareció con el que ha sido el programa de entrevistas más visto en la historia de la televisión norteamericana: “The Oprah Winfrey Show”. El programa apelaba sobre todo al público femenino ya que muchos de los temas tratados daban un contexto de libertad feminista, concienciando al mismo tiempo a la población norteamericana del momento. Es por esta razón que la presentadora fue reconocida como una de las mujeres más influyentes de la historia estadounidense. 

Ellen DeGeneres fue también una mujer que destacó en el ámbito televisivo de la época, ya que fue la primera mujer cómica en aparecer en varios programas televisivos como “The Tonight Show with Johnny Carson”, el que era en aquel entonces el late night por excelencia en Estados Unidos. Por otro lado, Ellen logró un importante hito reconociendo su homosexualidad a través de la portada de la revista Time, y en directo, en el antes mencionado programa de Oprah Winfrey. 

En cuanto al caso de España, nuestro país vivió una libertad femenina en el ámbito televisivo más tardía, ya que la primera emisión fue en el año 1956. En estos inicios, Televisión Española contaba con una plantilla compuesta prácticamente solo por hombres. A pesar de todo, hubo mujeres que fueron rompiendo estereotipos y abriéndose camino en la pequeña pantalla con sus primeros trabajos, en un mundo muy masculino y machista.

Maruja Callaved, fue una de las primeras locutoras en presentar el Telediario de TVE. A su vez, fue la primera mujer española en presentar un formato dedicado a la cocina “Vamos a la mesa”, en donde ejerció como directora del espacio.

Blanca Álvarez Mantilla, compañera de Callaved en varios proyectos, fue también una de las primeras presentadoras de Televisión Española. Se incorporó a la entidad cuatro meses después de que comenzaran las emisiones en España y fue también una de las primeras mujeres directoras y que ocuparon un puesto directivo de la TVE y de la televisión española en general. Pese a todos sus logros y mérito televisivo, recibía un sueldo muy bajo que no reflejaba su gran trabajo y dedicación. Ella siempre fue consciente del papel de la mujer en este mundo machista y tenía la voluntad de cambiarlo, es por ello que en los programas en los que estaba a cargo, procuraba mirar “con lupa el tratamiento digno de los personajes femeninos”.

Paloma Gómez Borrero fue una de las primeras mujeres corresponsales, Malén Aznárez, la primera mujer que dirigió los Servicios Informativos de TVE, Rosa María Calaf, Elena Martí y Carmen Sarmiento fueron las primera reporteras de televisión en España y esta última también fue de las primeras corresponsales de guerra. Estos nombres entre otros muchos, forman parte de la historia de nuestra televisión, como claro signo de que tanto hombres como mujeres hicieron posible el crecimiento y desarrollo de este medio audiovisual que tanto ha influenciado a la sociedad. Por desgracia, debido a la gran brecha salarial que existía en la época, no se les reconocía debidamente el magnífico trabajo que realizó cada una de ellas, al igual que muchas de ellas sufrían censura por parte de los hombres, como es el caso de Lolo Ortiz con su marido: “Se empeñó en firmar mis guiones, en que no hiciera nada sin su apellido. Todo lo sexual y donde aparecía la mujer en situaciones de poder mi marido lo censuraba”. Por otro lado, periodistas como Mari Carmen Izquierdo y Pilar Alonso padecieron machismo en cuanto a la cobertura de deportes, puesto que estaba considerado trabajo de hombres.

Desde el nacimiento de la televisión hasta nuestros días, el medio audiovisual ha vivido una gran evolución en cuanto a diversidad e igualdad de género. Estas mujeres, trabajadoras y luchadoras en múltiples ámbitos, han ido logrando, poco a poco, una democratización más estable del medio. Todavía queda un largo camino por recorrer, y gracias a las actuales profesionales con las que contamos en las plantillas de todas las televisiones del mundo, terminaremos por alcanzar el objetivo feminista.