5.4.- Multimedia e internet: arte digital, videojuegos

Las nuevas tecnologías se han convertido en una extensión más de nosotros. Imagina que estás por cualquier ciudad española y le vas preguntando a la gente a pie de calle que si poseen un smartphone, un ordenador, una televisión, o cualquier otro utensilio novedoso relacionado con las nuevas tecnologías. Sin ser esto un análisis a ciencia cierta, será complicado encontrar a una persona que te diga que no, que no tiene ningún dispositivo móvil, y la gran mayoría son incapaces de salir de casa sin ellos. Estos dispositivos nos conectan, nos conectan con gente que está a kilómetros, o incluso con gente que tenemos a escasos metros. Podemos interactuar con cualquier ser humano conectado a la red, pero a su vez, al conectarnos, ¿perdemos parte de nuestra esencia o de nuestra identidad?

 

Tal vez, así sin pensar, cualquier persona diría que somos los mismos que estamos en redes sociales, pues somos las personas que estamos detrás de las pantallas, pero no somos eso que mostramos en ellas. Podríamos hablar de todas las redes sociales en general, Twitter, Facebook, etc, pero las que realmente nos interesan para hablar del tema son, concretamente, Instagram y la emergente plataforma de vídeos, Tik Tok.

Sin poner concretamente una fecha exacta, allá por 2014/2015 surgió el estallido de las influencers, personas, más concretamente mujeres, que acumulaban miles y miles de seguidores en Instagram o Youtube, y donde a través de dichas plataformas compartían parte de su vida para mostrársela a sus seguidores. Esto promovió que muchas adolescentes, algunas demasiado pequeñas, quisieran imitar el estilo de vida que estas llevaban, comprando la misma ropa, llevando el mismo peinado, y, en conclusión, queriendo ser igual de guapas y delgadas que ellas.

Mientras que anteriormente las niñas de 12 años seguían jugando como cualquier otra niña a su edad, ahora a esa misma edad en la actualidad las vemos comportándose como si ya fueran adultas, usando ropa más atrevida, maquillándose y haciendo actividades que haría una mujer ya en su edad más adolescente. Podría decirse que lo hacen para sentirse bien con ellas mismas, para empoderarse, algo que parece que se ha puesto mucho de moda actualmente, pero resulta ser un falso empoderamiento cuando lo haces por una presión social que eres incapaz de ver.

Cuando todas las redes sociales están repletas de mujeres con un cuerpo canónico, una nariz y unos labios que han pasado por una clínica estética y unos maquillajes y peinados que parecen sacados de uno de los mejores salones de belleza, tal vez es cuando deberíamos ver que el problema no está en aceptarse a una misma, sino en ser aquello que resulta atractivo para el público masculino.

Y cada vez es más fácil parecerse a esa imagen falsa que se proyecta, porque gracias a los filtros que esas mismas aplicaciones poseen, podemos tener unos ojos un poco más grandes, una nariz más fina y unos labios con más volumen, y un rostro libre de imperfecciones y bien definido, pero ¿por qué la mayoría de estos filtros van más enfocados a las mujeres y no vemos a hombres usarlos? Sencillo, a ellos no se les exige estar siempre perfectos.

Es un hecho que lleva sucediendo desde hace décadas, aunque a diferencia de la actualidad, solo lo veíamos en revistas o comerciales. Una mujer con una delgada silueta, unos pechos bastante voluminosos, un rostro perfecto y un largo etcétera que hacían de esa figura un deseo inalcanzable, porque la realidad es que todo eso se retocaba digitalmente. Y esto se ha dado y se sigue dando a día de hoy, y un hecho del que se hizo bastante eco en España fue lo que le sucedió a Inma Cuesta, actriz que criticó el hecho de que una revista retocase todo su cuerpo, al nivel al que ella mismo dijo que no se reconocía.

Ella comentó en sus redes sociales que no comprendía cómo podían haber hecho eso porque, indirectamente, estaban diciéndole que no era perfecta, porque tras tantos retoques, tantos kilos menos, eso era una señal de que no la veían como ellos querían verla: Como una mujer ideal canónica creada específicamente para la figura masculina.

En las redes sociales sucede lo mismo, pero en esta ocasión son las mismas mujeres las que se ven obligadas a hacerlo,y mayoritariamente, de forma inconsciente, como un movimiento reflejo que les sucede tras ver una imagen suya y ver que no se adapta a lo que socialmente consideramos atractivo o normativo. Ellas pueden subir una foto en la que todos digan que se ve guapísima, mientras la realidad es que ella misma puede estar en su habitación analizando al detalle todos los rasgos que no le agradan de su rostro. Y es que, además de crear una imagen falsa de una misma, aumentamos más nuestras propias inseguridades al no dejar de compararnos con imágenes que, recordemos, pueden ser igual de falsas que las que ha subido uno mismo.

En la plataforma de streaming Netflix estrenaron un documental que tuvo muy buena recepción, El dilema de las redes,dirigido por Jeff Orlowski y, aunque hable de muchas más cosas relacionadas con las redes sociales, se aborda también el tema de la imagen tan falsa que dan las redes, además de los efectos tan destructivos que tienen en la autoestima de los adolescentes. Esto provoca que los niveles de ansiedad y depresión aumentan, y eso se ve en los datos de la actualidad, donde cada vez son más los jóvenes que tienen algún trastorno alimenticio, y todo esto a causa no ser conocedores de la verdad que ocultan estas fotografías: Retoques y poses planeadas para sacar el mejor ángulo.

Desde Aprendemos Juntos, canal de Youtube del banco BBVA, se realizó un vídeo donde se hablaba con un grupo de adolescentes junto con una psicóloga sobre la autoestima de los adolescentes y las redes sociales. En esta, muchos de los participantes comentaron alguna de sus experiencias y, concretamente, una chica habló de esto mismo, de cómo los filtros en plataformas como Instagram terminan cambiándote la cara completamente de una forma en la que es difícil reconocerte a ti misma. Ella pudo darse cuenta, gracias a gente de su entorno, que aquello que subía distaba de la persona que era realmente, por lo que, tras verlo, decidió que iba a mostrarse tal cual era, sin filtros, y así empezó a ser más feliz y a aceptarse más a sí misma.

Todas las redes sociales, sea en menor o mayor medida, son partícipes de crear unos estándares de belleza falsos, proyectar vidas que no son reales y estilos de vida que lo único que provocan son problemas de salud mental, como TCA, ansiedad o depresión. La generación actual está siendo la más afectada, pero mientras gente con gran influencia siga mostrando dichos estándares, será difícil cambiar todo esto, pero todavía hay esperanza. Cada vez son más las cuentas que promueven una vida más real, que muestran la realidad detrás de fotos posadas en las que se evita mostrar un poco de barriga y realzar un poco las curvas del cuerpo.

Con un poco más de concienciación sobre todo lo que hay detrás de redes y  aceptando lo que somos, además de que las personas con más influencia muestren un poco más de realidad tras tanta máscara, podremos tener unas redes sociales un poco más transparentes y libres de toxicidad que afectan a nuestra autoestima.