5.1. La iconosfera contemporánea
Vivimos en una época digital en la cual aquellas personas que no poseen Internet o algún aparato electrónico capaz de tener una conexión a la Red son consideradas como un extraño o una persona anticuada. Ha llegado un punto en el que no solo es un medio informativo muy útil, sino que también es una forma más de relacionarnos entre seres humanos. Nos pasamos largas horas delante de pantallas, ya sea de la televisión, de la Tablet, del ordenador, del móvil y un largo etcétera. Y muchas veces estas pantallas son utilizadas para navegar entre las inmensidades de buscadores como Google, Safari…
La RAE define la infoxicación como “la sobrecarga de información difícil de procesar”. Pero es importante ir más allá y situarla en nuestro contexto actual y pasado. Este término fue acuñado por Alfons Cornella en 2013. He de mencionar que más o menos a partir de 2010 en España la gran mayoría de los españoles poseían un Smartphone, es decir, el porcentaje en doce años se ha incrementado evidentemente por lo que la cantidad de gente que recibe o crea información también lo ha hecho. Esto crea que se pasase de dos o tres canales a tener no solo múltiples sino también tener la capacidad de llevar información en un elemento que cabe en nuestra mano. Pasamos de los periódicos que contaban lo del día anterior como muy pronto a tener información de lo que pasa un minuto después de que suceda.
Además de la cantidad de información que recibimos por un dispositivo, que nunca es un solo dispositivo sino que son más de uno, hay que tener en cuenta también los diferentes medios y formatos en los cuales se nos presentan. Es decir, tenemos mucha información que a su vez está distribuida en diferentes puntos de vista y formas de verlas. Cabe mencionar también que vivimos en un mundo en el que cada vez tenemos menos tiempo y más prisa por hacer las cosas por lo que no podemos dedicar el tiempo necesario a procesar todos los datos y opiniones que recibimos a diario. No somos capaces de dirigir nuestra atención hacia algo durante un rato prolongado de tiempo.
Otro de los principales problemas que presenta este aumento excesivo de la información es la capacidad de poder crearla que tenemos todas las personas. Hemos llegado a un punto en el que todas podemos ser productoras de información, pero esto plantea la duda de ¿quién lo controla? La respuesta es nadie o muy poca gente para todo lo que hace falta. Esto es algo que tenemos que vivir mucho las personas que nos dedicamos al mundo de la comunicación pues la duda de si puedes o no fiarte de lo que te llega o de lo que encuentras mientras navegas por los profundos mares de datos que hay disponibles.
Luego está el tema de las Redes Sociales como Instagram, Facebook, Twitter, TikTok, etc. que se han convertido en uno de los lugares más propicios para la generación de bulos, lo cual fomenta la infoxicación de una forma mucho más dañina si es posible todavía. Y es que tener la posibilidad de elegir entre muchas más cosas no implica que esto sea mejor. Además, de los temas de salud mental que han empeorado debido al uso inadecuado que tienen algunas personas en estos lugares. El ciberacoso y el ciberbullying también se han visto acrecentados debido a la capacidad de esconderse de los agresores detrás de un perfil falso o uno anónimo.
Todo esto produce estrés, ansiedad y agobio, pero a su vez el no tener estos estímulos que producen las nuevas tecnologías también produce estos estados de ánimo. Por lo que nos hemos visto envueltos en un agujero negro de ceros y unos que no sabemos manejar y que poco a poco nos absorve dejandónos atrapados en sus posibilidades y su practicidad. Y es que sí, evidentemente es un mundo muy práctico. Si no me creéis preguntádselo a cualquier persona mayor de 40 años si han incrementado sus posibilidades de hallar información al momento y de forma mucho más sencilla.
¿Es el exceso de información perjudicial o favorable para la salud? Pues diferentes estudios realizados por psicólogos y agencias como Reuters afirman que estas sobrecargas generan una parálisis de la capacidad de análisis y que generan que sus afectados no sean lo suficientemente coherentes como para tomar una decisión clara y acertada. Es el llamado “Muriendo por la información”. Y es que estoy segura de que más de uno en este momento diría la frase de “hace años vivíamos mejor, más tranquilos y hablábamos más cara a cara”, y en cierta medida no les faltaría razón. Es cierto, antes la gente lo tenía mucho más difícil para comunicarse a distancia por lo que sí querían hacerlo o tenían que usar métodos como cartas o, más adelante, tecnologías más rudimentarias. En cierto modo esto ha supuesto una mejora para las comunicaciones con gente que tenemos más lejos, lo cual si me preguntáis y como persona que tiene a gente que quiere en otro país, diría sin lugar a dudas que es una mejora significativa. Pero, ¿qué pasa cuando se trata de la gente que tenemos cerca? Bueno, en este caso ya no es una mejora como tal y es que nos hemos vuelto tan adictos a nuestro yo virtual que hemos llegado a crear una imagen idealizada de las relaciones sociales y de las personas por medio de las redes.
Hemos llegado a un punto en el que no somos capaces de recordar noticias bastante simples sin que se nos junten con otras similares que nos han llegado. Y es que muchas veces he estado contando algo que había escuchado a alguien a quien conozco y esta persona tenía una visión muy diferente a la mía, alguno de los dos había mezclado datos y lo peor era que no teníamos claro quién había sido. Esto me lleva a la conclusión de que si bien es importante interesarse y preocuparse de lo que está sucediendo en el mundo y a tu alrededor, somos una única unidad de persona por lo que no podemos intentar abarcar más de lo que nuestra cabeza nos deja, y todo esto sin tener en cuenta el hecho de que muchos días no podemos casi abarcar ni con nuestra propia existencia porque no tenemos ánimos para nada.
Luego están los textos que son más extensos. ¿Quién tiene tiempo para esos? Poca gente. De hecho en las facultades lo primero que se les enseña a los periodistas es a ser claro y conciso. ¿Qué quiere decir eso de conciso? Esto quiere decir que si una cosa de veinte líneas la puedes resumir en una, mejor. Pero pensándolo bien, algo que se ha escrito en veinte líneas se ha escrito así por una razón y quizá esta sea que es la forma correcta de describirla al completo, de saber todo lo necesario para comprenderla. Pero claro, como ya he mencionado, vivimos en un mundo que tiene prisa, un mundo que no se puede permitir el parar media hora para leer algo bien, al completo, lo hacemos más de una forma superficial, de una forma banal. En lo que tardaríamos en leernos esa nos hemos leído cuatro Newsletters con cinco o seis noticias cada una.
Otra cosa que nos ha traído el mundo tecnológico actual es la capacidad del multitask, quien no es capaz de hacer varias cosas a la vez no vale. No lo digo yo, lo dicen en todas las carreras. Pero, y entonces, ¿dónde queda aquello de “quien mucho abarca poco aprieta”? Este refrán podemos llevarnóslos también al mundo de la infoxicación, quien muchos datos recibe poco sabrá sobre ellos. Al fin y al cabo un día tiene 24h y de seis a ocho de estas se deben dedicar a dormir, más luego las de comer, las de trabajar o estudiar (o ambas si haces las dos), las lúdicas (que a muchos se nos reducen a pocas) y, ¿qué nos queda? Pues poco, muy poco para todo lo que deseamos hacer, ni la persona más organizada del mundo sería capaz de dedicar más de una hora a informarse bien y en profundidad.
Menudo mundo este, que cada vez nos pide más en menos tiempo y luego nos culpa de tragarnos lo primero que recibimos. Compruébalo al menos por cuatro o cinco fuentes dicen, pero ¿quién tiene el tiempo suficiente como para buscar todas las noticias y la información al menos por cinco fuentes diferentes? Ya os respondo yo, nadie.