5.1-La iconosfera contemporánea

La invasión de Rusia a Ucrania ha abierto un nuevo frente en la información sobre la guerra. Si la Guerra de Vietnam en 1964 fue el primer conflicto bélico retransmitido por televisión, 58 años después llega la guerra de internet. Y sí, he dicho invasión porque no tiene otro nombre. Vladimir Putin ha atacado un país indefenso por motivos personales y sin ningún propósito que no sea conquistar el país y poner a algún colega suyo al mando. Volviendo al tema inicial, las redes sociales es un nuevo lugar donde se van a librar los combates. Los gobiernos saben que las pistolas, los tanques o los misiles son ahora una parte del armamento, porque el otro se controla desde un simple móvil.

Echando la vista atrás unos meses, miramos a marzo del 2020 y al inicio de la pandemia de COVID-19. Los miles de mensajes sobre lo que ocurría empezaban a aparecer en muchas plataformas. Unos hablaban de unos temas y otros decían completamente lo contrario. La desinformación inundaba los medios. Mucha de esta era por simple desconocimiento, pero otra era por interés. Muchos conspiranoicos y ‘falsos médicos’ desinformaban sobre lo que se hacía. Que si para parar al virus tenemos que hacer esto… Que si lo cogemos y tenemos síntomas hay que tomar lo otro… En un momento de desconcierto nos agarrábamos a cualquier clavo ardiendo con la esperanza de saber algo sobre lo desconocido.

Seguimos avanzando y proliferan las mal llamadas FAKE NEWS, porque para que algo sea noticia tiene que ser verdad. Por eso no se puede llamar así. Dos años después de que llegase el coronavirus, le toca el turno a la guerra. El pasado jueves 24 de febrero, Rusia entraba en Ucrania tras varias semanas de movimientos militares en la frontera. Ya desde ese momento se empezó a generar el desconcierto, tanto entre la población local como en el panorama internacional. Los ejércitos sabían que aparte de avisar con sus movimientos militares también podían hacerlo a través de las redes. Aunque esto no es nuevo ya que el inicio de la guerra entre Estados Unidos y España en 1898 fue también una desinformación. La diferencia con la época actual es que hora sí tenemos herramientas para combatirlas.

Volviendo al conflicto del este de Europa, tanto Twitter, META, Google o cualquier red tienen funciones que permiten controlar este tipo de contenido, aunque a veces se les escapan publicaciones. Aquí hay algunos ejemplos:

  • Un canal de YouTube hizo pasar las imágenes del videojuego ARMA 3 por uno de los momentos de la guerra. Si no tienes conocimiento sobre el tema, fácilmente puedes pensar que es real.
  • En redes también se ha difundido el vídeo de un supuesto incendio en Chernóbil, pero no. Era un vídeo de otro incidente en el mismo lugar, pero en el 2020.
  • Incluso también hacen bulos con las víctimas, ya que esta foto hizo pasar a una niña palestina por una de Ucrania.
  • Y volvemos otra vez a los video juegos, porque otra vez han hecho pasar una simulación por una imagen real.

Muchas veces estos desenseñamos se hacen pasar por medios oficiales. Por ejemplo, falsearon una portada de la revista TIME para comprar a Putin con Hitler. Lo peor de todo es que no es la primera vez que ocurre, ya que ambos bandos han hecho esto.

También los propios medios oficiales dan información falsa atendiendo a intereses. Rusia es una experta en esto ya que muchos de sus medios han hecho esto por intereses con el gobierno. Pero centrándonos en la guerra, los medios rusos informan a día de hoy que no ha habido bajas y todo es por el bien del país. Entonces surge una duda, ¿es también la desinformación la mayor arma para combatir a los rebeldes locales?

Esta cuestión surge porque si los propios habitantes no saben lo que pasa, creerán que lo que ocurre es por su bien. Por eso, muchas veces es mejor tener el control de los medios que el de las armas. Y en cuanto a medios me refiero a televisión, radio prensa, y lo más importante, internet, sobre el que se centra el trabajo. La inmediatez y la difusión te la dan las redes sociales. Y ya también se ha creado una nueva sensación de realidad, ya que damos más credibilidad a las redes que a los medios tradicionales.

En Rusia, su red social más usada, VK, que es una especie de Facebook ruso, bloquea todo lo relacionado que va contra los intereses del gobierno y solo informan de que todo va bien.

Los ciberataques es también otra de las balas con las que cuentan las milicias. Tanto los servicios de inteligencia nacionales como hackers anónimos intentan entrar en las páginas oficiales tanto del gobierno como de los medios de comunicación para difundir informaciones que puedan dañar al enemigo. Anonymous, por ejemplo, ha difundido un vídeo en el que amenaza a Rusia con sacar a la luz datos que pueden comprometerles.

Después de tanto hablar sobre lo malo de las redes, voy a dar mis ideas sobre lo bueno, que casualmente coincide con el otro bando. Gracias a internet podemos mostrar imágenes reales de los que pasa al instante y desde cualquier lugar. TikTok es el medio de los anónimos de la guerra. Muchos ucranianos narran su día a día aquí. Ya estén huyendo o combatiendo, graban vídeos sobre lo que hacen. @cristiandascalu93 es un gran ejemplo del buen uso de las redes en la guerra. Este joven ha contado toda su salida del país a golpe de clic. También el propio presidente Vladimir Zelensky se anima a compartir a través de su perfil de Twitter que sigue en el país. De esta manera desmiente informaciones que dicen que ha huido del país.

Hemos visto como la guerra ha cambiado su frente tradicional. Ya no se desarrolla solo sobre la tierra, sino que se hace también en lo virtual y estas armas pueden ser más peligrosas que las que se han usado toda la vida. Por eso, el conflicto bélico ruso-ucraniano pasará a la historia como el primero en el se ha tenido que combatir a los soldados reales y a los soldados de las redes sociales. Y con esto ya termino el ensayo, aunque por desgracia lo que no acaba es la guerra.