4.2.- Emergencia y evolución de la tecnología video. La posproducción en la imagen videográfica.

Con la aparición del vídeo y la fotografía digital, internet, y las redes sociales, la imagen digital se ha ido convirtiendo en un documento, en una evidencia que cuenta, mejor que las palabras, cualquier acontecimiento que se dé. 

El vídeo digital empieza a pensarse y diseñarse a partir del año 1976 y en 1986, empezó a usarse en algunos estudios de televisión. Entre 1990 y 1999, el vídeo digital se acerca al ámbito doméstico con el lanzamiento de varias tecnologías digitales como el Laser Disc (LD) y el Vídeo CD (VCD), aunque el formato analógico VHS seguía liderando el campo del almacenamiento de vídeo. No obstante, su uso empieza a popularizarse en los hogares hasta que, en el 2000, el DVD supera al VHS. En 2003, la tecnología digital protagoniza un gran avance con la creación del Blue Ray y el MP4, además, se lanza la primera cámara digital que no necesita cinta. 

Por tanto, en los primeros años de los 2000, podemos decir que ya eran populares las cámaras digitales, tanto de vídeo como fotografía, y muchos hogares ya las tenían. Seguramente, todos los que ya habíamos nacido en la primera década de los 2000, recordaremos haber visto a alguien con la típica cámara de vídeo grabando en los días importantes, para guardar el recuerdo y poder revivirlo en la posteridad.

Es entonces, en la primera década del siglo XXI, cuando el vídeo empieza a adoptar el significado de documento de registro, de archivo, de ayuda para la memoria para no olvidar los momentos más especiales de la vida. En esta etapa, tiene por tanto, una connotación implícita de veracidad en su concepción de documento de registro o archivo. 

Esta manera de entender el vídeo está presente en muchos de nuestros vídeos de la infancia, para las personas que nacimos a finales de los 90 o a principios de los 2000. Este fenómeno se puede observar por ejemplo, en el videoclip de la canción de Ed Sheeran, Photograph, compuesto únicamente por material de archivo grabado en el ámbito doméstico y que son, recuerdos de la infancia e incluso su adolescencia en formato vídeo casero familiar, que nos puede recordar a los que muchos de nosotros tenemos. 

A partir de este momento, la evolución de las cámaras digitales, tanto de vídeo como de foto, se disparó. Además, las cámaras se empezaron a incluir en los teléfonos móviles desde 1997, aunque esta inclusión se fue estandarizando con el paso de los años, y se convirtió en necesaria con la introducción de los smartphones en el mercado a partir de 2010.

Con esta popularización de las cámaras y la movilidad de la que fueron dotadas, su uso y su significado ha ido cambiando, ya que, actualmente, todo el mundo puede capturar cualquier acción en cualquier momento y publicarlo. Además, teniendo en cuenta la globalización, cualquier vídeo puede ser visto por cualquier persona en cualquier parte del mundo si este se sube a internet.

Ante esta situación nos hemos topado con varias problemáticas.

La postproducción.

Desde su aparición, el vídeo tenía el componente de documento veraz, de prueba o evidencia de que algo había pasado. Sin embargo, tras una extensa evolución de las tecnologías, esto ha cambiado. La postproducción y los efectos visuales están a la orden del día. Las personas pueden aprender a llevarlos a cabo por su cuenta, y para ello solo necesitan acceso a internet y algún dispositivo como un móvil, una tablet o un ordenador, y a día de hoy es difícil encontrar a alguien que no tenga alguno de ellos o incluso, no reúna todos ellos. 

Por tanto, cualquier imagen es susceptible de ser cambiada digitalmente y difundida en las redes sociales. Todos nosotros hemos visto y vemos a diario vídeos postproducidos que intentan engañar. Así, ese componente del vídeo como documento veraz ha ido degenerándose. 

El morbo y la insensibilización de la audiencia.

En mi opinión, este es el problema más grande al que nos enfrentamos.

En los inicios de la popularización de las cámaras en el uso doméstico, solo se grababa lo bueno, lo que se quería recordar y mantener en el recuerdo. Nadie pensaba en grabar peleas, actos violentos, o cosas privadas, porque, entre otras cosas, no eran plato de buen gusto para recordar.

Sin embargo, conforme han ido pasando los años y las cámaras han llegado a cualquier lugar de mano de cualquier persona, este reparo se ha ido disipando. 

Por ejemplo, cuando salió en 2004 la portada de El País del atentado del 11-M, causó mucha polémica, porque su imagen no se había retocado para eliminar lo que parecía una pierna amputada, cosa que sí que habían hecho otros diarios. 

Imagen de la portada del país del 12 de marzo de 2004 sin retocar y la imagen de la portada de The Times, retocada. 

Este es un momento destacable porque a día de hoy no sorprende ver signos de violencia en los informativos diarios o en las redes sociales. Continuamente vemos explosiones, gente herida, gente muerta o una muerte grabada. Destaca el caso actual de la invasión rusa a Ucrania. Cada informativo se abre con imágenes de explosiones, usadas de una manera entre morbosa e informativa. Resultan un intento de enganchar, impresionar e impactar al espectador, pero también una manera de contar una realidad que no puede ser ignorada, cubierta o suavizada. 

Sin embargo, hay muchos otros casos que resultan nada informativos y únicamente morbosos. Hace poco, el 24 de febrero de 2022, se publicó la noticia de la muerte de una chica en un gimnasio de México, cuando intentaba levantar una barra con un peso de 180 kg. Su muerte fue captada por las cámaras de seguridad. Estas imágenes fueron difundidas e incluso mostradas en las noticias. No solo una imagen, si no el vídeo completo de cómo moría.

Otro ejemplo es la difusión del vídeo de un hombre que se suicidó tirándose de una grúa de construcción hace pocos años. Y este no será el único vídeo de muertes que se os venga a la cabeza al leer esto. Y no es lo único que se ha grabado, los vídeos de violaciones también abundan en las profundidades de internet, los vídeos sexuales para los que uno o una de las participantes no ha prestado consentimiento también son comunes, y como estos, muchos otros vídeos de este tipo de los que incluso, algunos individuos llegan a disfrutar.

El culmen de este fenómeno y de los niveles de maldad y morbosidad de las personas grabados en vídeo es un vídeo llamado Daisy’s Destruction, grabado por Peter Scully, un abusador y asesino infantil, que cumple condena de cadena perpetua actualmente. No me atrevo a mencionar nada sobre el contenido de este vídeo, pero con los detalles que he proporcionado sobre su creador, es posible crearse la idea. 

Mi conclusión sobre esto es que si un vídeo existe, es porque alguien disfruta de él. 

Todo esto ha conducido a una insensibilización del espectador, ya que a muchas personas ya no les sorprende ver una bomba o una muerte. Esta insensibilización conduce a otra problemática:

¿Ayudar o grabar?

No sorprende ver actualmente imágenes caseras grabadas con teléfonos móviles en los informativos de la televisión, vemos accidentes, peleas, delitos, agresiones, etc., los cuales alguien ha tenido que grabar, obviamente, alguien que estaba en la escena y que, en algunos casos, podía ayudar. Tampoco sorprende ver escenas lamentables en las que la gente rodea un accidente, una pelea o a una persona tirada en el suelo, mientras sujetan sus móviles. Esto es criticado en un videoclip de Machine Gun Kelly, de su canción “A little more”, que habla sobre la necesidad de más amor y compasión en el mundo actual, y muestra en su videoclip esta imagen de la que he hablado. 

En conclusión, creo que el vídeo ha pasado de ser algo usado para conservar lo que era positivo y quería recordarse, a ser usado para impactar y para mostrar violencia, en muchos casos. En realidad, sigue siendo un documento porque retrata cómo es la sociedad, pero más que lo que es mostrado, retrata a quienes están detrás de las cámaras. También es cierto que cuando todo el mundo dispone de una cámara y acceso a internet, es más probable que se use de una manera inadecuada por parte de algunas personas. Sin embargo, considero que esto ha pasado a ser un problema conjunto, ya que se ha normalizado este uso y por tanto, se han vuelto difusos los límites morales y/o legales que rodean al vídeo y a la transmisión de la realidad.

Sin embargo, esto genera un debate, ¿dónde están los límites?, ¿quién los pone?, ¿debe haberlos o esto sería censura?

 

LINKS A LAS FUENTES

https://www.rawvideo.es/l/historia-del-video-digital/ 

https://www.madridiario.es/noticia/461481/recomendamos/infografia-de-la-historia-del-video.html 

https://www.macromovil.com/la-historia-de-la-camara-del-movil/ 

https://www.lavanguardia.com/tecnologia/20170226/42274940927/diez-anos-smartphones-cambiado-vida.html 

https://cuadernosdeviajes.com/publicaciones/articulos-fotograficos/54-manipulacion-del-dolor.html 

 

Comentario sobre mi entrada:

 

He elegido este tema porque es algo muy a la orden del día. Mi reflexión empezó con el debate que tuvimos en clase con el tema del conflicto en Ucrania y las imágenes que se muestran en los informativos. Al pensar sobre este tipo de imágenes he recordado muchos otros vídeos que se han difundido, de los que conocía su existencia por mi interés en lo relacionado con investigaciones sobre crimen real. He visto muchos reportajes y análisis sobre centenares de casos y recordaba que algunos de estos criminales lo grababan en vídeo, por lo que he podido usar esta información para reflejar la problemática o el arma de doble filo que suponen las herramientas de grabación en la sociedad actual. 

 

Además, para ejemplificar el tema uso productos audiovisuales que se incluyen dentro de la unidad 4, como vídeos documentales o videoclips.