3.6. La radio y la transición democrática en España / 3.7. La radio hoy. Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC). La radio en Internet.

Para todas esas generaciones que hemos nacido con un teléfono móvil y un ordenador bajo el brazo, para los que no contemplamos la vida sin un solo día conectados a Internet, para todos los que ahora consumimos la televisión desde la pantalla del smartphone, en plataformas como YouTube o Twitch, es realmente complicado llevar nuestra cabeza y nuestro pensamiento a aquellos tiempos en los que la tecnología no estaba tan avanzada. A una perspectiva en la que, sin ordenadores ni wifi, se produjo un intento fallido de golpe de Estado en nuestro país. Cuando la televisión se vio incapaz de poder contar al instante todo lo que estaba sucediendo, el único medio que logró cubrir minuto a minuto la situación en España fue aquel que carece de imagen, la radio, algo impensable en los tiempos que corren, y también en la década de los 80, en la que se daba por muerto al ‘medio ciego’. España entera se encontraba pegada al transistor.

La tarde del 23 de febrero de 1981, en la que se prevenía la investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo, es conocida como la noche de los transistores. Seis años después del fallecimiento de Francisco Franco, en la sociedad española no se había instaurado todavía la verdadera transición. Gran parte de la población se mostraba reacia al monarca Juan Carlos I y la política de Adolfo Suárez, primer presidente de España después de casi cuarenta años de dictadura, carecía de fuerza en sus últimos meses. Si a esto se le suma la crisis económica que empezaba a vivir el país, la polémica legalización del Partido Comunista Español y el auge del grupo terrorista ETA, llegamos a un necesario cambio de presidente en el país. Y así sucedió. Leopoldo Calvo-Sotelo iba a sustituir a Adolfo Suárez el 23 de febrero de 1981.

Llegados a este punto, considero que no es necesario comentar el famoso “¡Quieto todo el mundo! ¡Al suelo!” de Fernando Tejero. Lo que sí es necesario es remarcar cómo cubrió la radio aquel momento. El golpe del 23F no se vio en directo en la televisión, puesto que en ese instante la Televisión Española estaba con la carta de ajuste. El intento fallido se escuchó por la radio, especialmente por la Cadena SER, con Rafael Luis Díaz, cronista parlamentario de la cadena, y con el técnico de sonido que mantuvo la línea abierta, Mariano Revilla. «La SER tuvo claro desde un principio que había que apostar por la información parlamentaria. No era fácil en aquella época y allí nos dejaron una pequeña cabina de teléfono para poder emitir desde el Congreso», recuerda Revilla, actual Subdirector de Producción y Operaciones de la Cadena SER. Gracias a, en aquel entonces, técnico de sonido, la Cadena SER pudo mantener la línea abierta durante casi veinte horas, convirtiéndose en el medio al que toda España estuvo pegada la noche del 23 al 24 de febrero. También estuvo presente la Cadena COPE, pues los militares llegaron a las puertas de la emisora, dando órdenes de cortar la emisión, contrarias a la del director, que logró mantener la conexión.

            Y, tras resaltar la importancia de la radio como único medio capaz de cubrir el fallido golpe de Estado de Tejero, me hago una pregunta: ¿sería capaz, también, de ser la única fuente de información en los tiempos que corren? La radio es el medio que más bullying ha sufrido: primero, que si con la llegada de la televisión iba a morir, ya que carecía de imagen, y luego, que con la llegada de Internet no iba a tener cabida en la sociedad, que solo la escuchan las personas mayores. Ya se ha demostrado que es capaz de transmitir información que la televisión no pudo. Pero con Internet y las redes sociales es diferente. Las radios ahora se escuchan en sus páginas web, retransmiten en plataformas como YouTube o Twitch implementando la imagen, pero las redes sociales son las únicas que son tan inmediatas a la hora de informar como lo es la radio. La clave es la siguiente: en las redes sociales informa cualquier persona que se pueda crear una cuenta, en la radio informan periodistas cualificados y con acceso a las noticias reales. Así pues, la radio, en un supuesto golpe de Estado, que esperemos que no se produzca, sería capaz de dar la información con total veracidad, mientras que las redes sociales se llenarían de hipótesis, rumores, bulos y, en definitiva, desinformación. No sabríamos qué es verdad y qué no lo es. Esto es lo que diría una persona que no cuida sus fuentes y las personas que elige para informarse. Lo cierto es que, con la cantidad de diarios y cadenas que mantienen el minuto a minuto de toda la actualidad en sus páginas web y en redes como Twitter, y, sobre todo, con los buenos periodistas que, por suerte, todavía quedan algunos en este país, podríamos seguir lo sucedido con información precisa y de calidad.

            Un ejemplo es la actual guerra entre Rusia y Ucrania. Durante los días próximos al comienzo de los bombardeos, y en el momento que estalló por completo el conflicto, tanto la radio, como la televisión, como las redes sociales ehan estado ahí para cubrirlo. Y es cierto que en las redes sociales, sobre todo en España, se desinforma en exceso, se manipula la información y reina la propaganda, pero hay periodistas y cuentas como Descifrando la Guerra (@descifraguerra en Twitter) que ha mantenido, al instante, a todos sus seguidores al tanto de lo sucedido en la guerra ruso-ucraniana. Si tienes claras tus fuentes, los y las periodistas que debes seguir para informarte bien y, también, tu propio criterio, puedes informarte de forma eficaz a través de las redes sociales. La radio va a seguir estando, pero, a día de hoy, no es el único medio inmediato y eficaz para transmitir la información. La tecnología avanza y nosotros, como sociedad, debemos avanzar a su ritmo.

Biografía:

https://www.lugares-abandonados.com/la-noche-de-los-transistores-23f/

https://cadenaser.com/ser/2011/02/21/espana/1298249411_850215.html

https://www.abc.es/medios/abci-como-vivio-radio-23-f-201602222304_noticia.html

https://elpais.com/diario/1981/02/25/ultima/351903603_850215.html