1.2. El enfoque cultural aplicado a los medios audiovisuales y su contextualización histórica. La televisión

Vivimos en un momento en el que los medios de comunicación son un arma de doble filo que pueden condicionar a toda la sociedad si no dependen de las personas correctas. Y ¿quién es esta gente?, te preguntarás. Desde mi punto de vista diré que creo que se trata de un balance entre los altos cargos de los medios de comunicación y el público que los consume.

En los inicios de la comunicación de masas todo era un proceso unidireccional, el consumidor no cuestionaba de dónde venía la información que caía en sus manos ni sabía que su opinión podía influir en el contenido que los medios le ofreciesen a la sociedad. Ahora, el consumidor de información es consciente de que puede obtenerla de tantas fuentes como quiera, por lo que esto genera una competencia entre los diferentes medios por captar al público que a veces se sobrepasa la línea que separa las estrategias para captar al público y los límites de la ética periodística.

«El seudoperiodismo campa a sus anchas en detrimento de los verdaderos profesionales. Programas llenos de personajes zafios e ignorantes con un lenguaje procaz, mostrando la banalidad y estupidez de sus vidas. Es difícil que los padres traten de inculcar a sus hijos los valores de la ética, la moral, el respeto y el esfuerzo personal, con tanta telebasura». Estas palabras escribía con indignación un usuario del diario El País en la sección de ‘Cartas al director’ del periódico. Este o esta valiente puso por escrito lo que creo pensamos muchos periodistas o interesados de la información de calidad.

Actualmente, la televisión tiene más enganche por las intervenciones en tertulias de personajes públicos tratando asuntos mundanos que por expertos que podrían enriquecer la mente de aquellos que se pongan delante de la pantalla. «Los programas de buen periodismo se emiten de madrugada en días laborables», afirmaba el usuario de ‘Cartas al director’.

Está claro que en la parrilla de televisión tiene que haber variedad de contenidos, pero las cadenas solamente prestan atención a los números, por lo que si actualmente predomina la telebasura es porque así lo piden los consumidores. Si nos ponemos en la piel de aquel o aquella que maneje una cadena de televisión podemos llegar a comprender que hay que mirar por el bien de la empresa y por ello atender a lo que más se demanda para continuar ofreciéndolo. Sin embargo, considero que hemos llegado a un punto en el que se ha dejado completamente de lado el uso de la televisión como medio para construir una sociedad consciente de las realidades del mundo y con un criterio propio sobre ellas.

Es obvio que es mucho más fácil y rentable hacer una TV de baja o nula calidad que una buena televisión. Presentar programas que estimulen la inteligencia y la imaginación del espectador, fomentar el conocimiento, la tolerancia, el respeto a las minorías, la pluralidad de las creencias, de las opiniones, de las tradiciones, etc. Y todo ello con una gran profesionalidad es mucho más complicado y costoso, pero eso serían contenidos de calidad basados en unos criterios éticos.

La ética se puede educar para que el público sea capaz de sacar lo mejor de sí mismo. Para actuar de forma correcta y éticamente, los responsables de los medios audiovisuales tienen que interiorizar y preguntarse si aquello que hacen, si aquello que intentan transmitir es correcto.

Con el posicionamiento de la televisión como medio de comunicación de masas se descubrió el hecho de que aludir a la emocionalidad del espectador es una clave para mantenerlo enganchado a la pantalla. El dolor es parte de las noticias, y si estas dejan fuera el sufrimiento nos estarían describiendo un mundo inhumano. A lo que se le añade que para llevar a cabo la realización de una buena noticia hay que prestar atención al tratamiento de las víctimas de la misma, que depende de cómo se haga provocará una reacción u otra en el espectador. Según el estilo de cada cadena de televisión se pretenderá conseguir que el espectador conozca la noticia, pero actúe de forma pasiva o aludirle a los sentimientos y que opte por la caridad con las víctimas del conflicto que se esté contando.

Ambas formas de mostrar al mundo una noticia son comunes en cualquier cadena de televisión actualmente, lo curioso es que para saber cómo ponerlas en práctica se ha tenido que estudiar con detalle al público que consume TV. De esta forma la televisión controla las reacciones de la audiencia sin que esta sea consciente. Los propios espectadores, con nuestra forma de actuar en el mundo, dejamos pistas de qué nos provoca lástima, alegría, agobio, paz, etc. Una información que los medios de comunicación exprimen al máximo para sacar partido de lo que nos cuentan, mucho más allá de solamente informar.

En este punto yo me planteo ¿el hecho de que actualmente ‘todo vale’ es culpa del periodista o del espectador? En mi opinión, la responsabilidad no solamente recae en los directores y en los profesionales de la imagen y de la televisión. El público como parte integrante y usuaria de esta comunicación, debe tener una actitud crítica ante la televisión y ejercer sus deberes y derechos con la misma honradez que reclama a los medios audiovisuales. El espectador debería ser selectivo y plantearse qué contenidos son beneficiosos y cuáles resultan contrarios a su dignidad y libertad individual.

La televisión participa en la construcción de la identidad de cada persona. Las imágenes que muestran deben ser tanto de lo positivo como de lo negativo de este mundo. Deben ofrecer ideas que le hagan al espectador preguntarse quiénes somos, cómo hay que comportarse, qué consumir, cómo reaccionar ante grupos sociales diferentes al de cada uno, qué normas, instituciones y valores sociales existen… con el objetivo de humanizar nuestra convivencia. Asimismo, el público debe participar de forma activa en la selección de los contenidos que decida consumir en cada cadena. Siendo críticos y selectivos para fomentar una televisión de calidad, que sea ejemplo para pequeños y mayores.

Bibliografía

https://elpais.com/diario/2008/01/05/opinion/1199487612_850215.html

 

https://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0719-367X2013000100004&script=sci_arttext