3.6. La radio y la transición democrática en España

“Descaro y soberbia”, “La mujer más poderosa y temida de la España de los 80 y 90”, “Encarna contra…” “La mujer más relevante de las ondas españolas de las últimas cuatro décadas del siglo XX”… Estas son algunas de las palabras que dedican en el mundo del periodismo a la primera mujer que dirigió en la década de los 60.

En un país en el que la transición fue tardía y complicada, especialmente para las mujeres, Encarna logró cosechar audiencias similares a las de dos grandes periodistas como Luís del Olmo y José María García. Reina y villana de las ondas, su fuerte personalidad conquistó a miles de oyentes a los que mantenía pegados a la radio para ver sus confrontaciones con todo tipo de personalidades.

Encarna Sánchez y José María García.

O la amas o la odias. Esta frase que escuchamos ahora de periodistas como Alfonso Rojo o Ana Pastor define a la perfección la trayectoria radiofónica de Encarna durante los años de la transición. Tras conseguir dos Premios Ondas por ‘Encarna de noche’, en 1984 estrenó el programa ‘Directamente Encarna’, siendo uno de los programas más escuchados de la época. La influencia de la periodista no tenía límites. Todos los políticos, tanto de derechas como de izquierdas, asistieron a su programa. Nadie quería enemistarse con la periodista, capaz de lo mejor y de lo peor. Sus salidas de tono eran frecuentes, hasta tal punto de hacer llorar a compañeras de profesión como Concha García Campoy: “Yo vi llorar a Concha García Campoy por culpa de Encarna Sánchez. La llamó ‘las cuatro letras’, como a Rosa Villacastín, como a María Eugenia Yagüe, como a Carmen Rigalt. ¡Estaba obsesionada con el gremio periodístico! De Miguel Bosé dijo que tenía ‘la enfermedad de moda’, Rocío Jurado ‘parecía un travestí’, la Preysler ‘boba y aburrida’, Umbral ‘repugnante’… Era mala y envidiosa», afirma la periodista Pilar Eyre.

Su inconfundible voz y su estilo visceral llevaron a la periodista a ser la voz femenina de la España de la transición. Pero, ¿hasta qué punto es lícito y moral llevar la profesión a estas situaciones límite? Crítica con los políticos y compañeros de profesión y cruel con personajes del mundo rosa, Encarna hizo de la agresividad y la arrogancia una marca personal, amada y odiada por igual. Y, al igual que ella aprovechaba las debilidades y metía el dedo en la llaga, la prensa rosa aprovechó su vida personal y privada para intentar desestabilizarla. Por desgracia, la sociedad española en la época de la transición se seguía mostrando reticente con las relaciones homosexuales. Los rumores de supuestos romances con Mila Ximénez o Isabel Pantoja se convirtieron en el Talón de Aquiles de la periodista que, pese a diagnosticarle cáncer de pulmón, seguía sufriendo estos intentos de desprestigiar su trabajo. De hecho, años después de su fallecimiento, siguen mostrando fotografías de la periodista con Isabel Pantoja, lo que dice mucho de cómo está el periodismo español en la sociedad actual.

Encarna Sánchez con Mila Ximénez

Pero la periodista almeriense no solo triunfó en la radio, sino que compaginó esta con la televisión y su famoso programa ‘Y ahora, Encarna’, en el que llegó a entrevistarse a sí misma: “Soy así, así de sincera, este es mi trabajo y de esto vivo. No tengo por qué pedir perdón por nada”, se afirmaba ella misma.

Encarna Sánchez VS Encarna Sánchez, en ‘Y ahora, Encarna’.

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=7_vzK_PrNKA

Para ser sinceros, la base del buen periodismo se debe regir en el respeto. Las personas que ejercen el oficio de periodista nunca deben faltar al respeto, por mucho que pongan en aprietos a cualquier persona, de igual manera que ninguna otra persona debe sobrepasar estos límites y pasar a terrenos personales y privados de el o la periodista. Después de 25 años de su fallecimiento, España sigue recordando a la periodista como una de las más polémicas y revolucionarias de la época de la transición. Pese a ello, si para hacerse hueco en el mundo de la radio y la televisión hay que desprestigiar o insultar a compañeros de profesión, llevar al límite a entrevistados hasta el punto de hacerles llorar, o pisar al de al lado con tal de que salga tu nombre en las cadenas más grandes antes que el suyo, prefiero no formar parte de este mundo. Prefiero un periodismo en el que el compañerismo sea la base del buen trabajo, un periodismo en el que el éxito de tu compañero sea el tuyo, en el que no se acose a nadie para saber todos los detalles de su vida privada, en el que las exclusivas se consigan a partir del buen rollo, desde el respeto y la admiración como profesionales que somos, pero claro, esto es realmente una utopía, puesto que la sociedad actual en la que nos encontramos es la más individualista y capitalista, en la que si puedes conseguir dinero puedes conseguir el éxito, y si para ello hay que pisar al compañero que trabaja cada día a tu derecha, lo pisas. Como dijo Jean de La Bruyere, la vida es una tragedia para los que sienten.