5.3: Ciberespacio, cibercultura y medios de comunicación.

Internet nos ha cambiado la vida, es un hecho. Algunos opinan que lo ha hecho para bien, otros consideran que lo ha hecho para mal. Pero, al menos en nuestra sociedad, es algo ya normalizado: internet forma parte de nuestra vida cotidiana. Tanto, que estoy empezando a pensar que se considera un recurso de primera necesidad, como lo pueden ser la luz o el agua.

En internet, personas de todo el mundo se relacionan entre sí sin estar presentes en carne y hueso. Ahora puedes hablar con un amigo a través de mensajes de texto a cualquier hora del día. Lejos quedan los días en los que quedabas con un colega en el colegio a una hora en un sitio y simplemente ibas y rezabas que apareciera. Ahora todo eso se soluciona con un mensaje, aunque el hecho de que la gente sigue prefiriendo el contacto físico que solamente un contacto por internet demuestra que el ser humano es un animal sociable, y cuanto más se relacione, mejor. Aunque no solo te relacionas con tus amigos: de eso se trata internet y, más concretamente, las redes sociales (que literalmente sirven para que personas de todo el globo se relacionen entre sí).

Así que, una vez ubicados, podemos introducirnos sin temor al tema. Como marca el título, esta entrada es la narración de las experiencias que el tío que está escribiendo las palabras que estás leyendo ahora mismo ha vivido desde que se introdujo a internet.

Mis primeras andaduras en línea fueron alrededor del 2006, cuando con cinco años, cogía el ordenador de mi padre para ver vídeos de caídas graciosas en un primitivo YouTube y para jugar al Counter Strike. Este era entretenimiento blanco. No existían aún las redes sociales y la gente que se comunicaba lo hacía a través de foros o comentarios de YouTube. Esta rutina se mantendría hasta el 2009 con la separación de mis padres, ya que mi padre se llevó su ordenador y a mi madre no le gustan ese tipo de entretenimientos. Esta situación duró hasta el 2013, donde adquirí mi primer smartphone con acceso a internet y una PlayStation 3, donde jugaba en línea. El móvil básicamente lo usaba (en esos tiempos) para llamar, mandar mensajes o ver vídeos y jugar a algún juego que tenía descargado. Mis andaduras con internet se centraron en la PlayStation. Sin duda, el juego que más jugaba en línea era el legendario Call of Duty: Black Ops 2, tanto solo como con mis amigos. Formé parte de la “época dorada” de Call of Duty, y… los usuarios online son intensos. Esa fue la conclusión que saqué de mis partidas en línea. A ver, en el 96% de las partidas la gente era respetuosa, pero en alguna que otra partida alguien se conectaba el micrófono para insultar, que antes no existían los “grupos de juego”, antes te conectabas el micro y todo el mundo te podía oír, y tenías que ir silenciando a los demás jugadores de la partida uno a uno para que solo te escuchen tus amigos. El caso, siempre había esa oveja descarriada que insultaba por el micro (a veces en idiomas que no entendía) o que te mandaba mensajes amenazantes tras la partida. Muchos usuarios opinan que la “toxicidad en internet” (comportamientos nocivos de uno o varios usuarios de internet hacia otros usuarios o colectivos) existe solo desde 2017-2018 en adelante. En eso se equivocan. La toxicidad ha existido siempre, yo la he vivido. Lo que sucede es que con el pasar de los años el número de usuarios tóxicos ha ido aumentando cada vez más y más hasta ser los que más ruido hacen, e incluso hasta el punto de dar mala reputación a comunidades de usuarios completas.

Alrededor del 2015 adquirí mi PlayStation 4 y empecé a usar las redes sociales, bueno, una, Instagram. Yo en Instagram no mantengo mi anonimato: en mi perfil aparece quién soy y a qué me dedico, pero no me he descarriado mucho del camino de solo interactuar con mis amigos. Soy un tipo con ansiedad social incluso en línea. Obviamente, algún comentario salvaje he dejado por ahí, siempre de forma respetuosa… menos una vez que discutí con un extranjero sobre el fútbol. No llegó a más, nos bloqueamos mutuamente y cada uno por su camino. La cosa: yo apenas interactúo en línea, pero ver… he visto mucho. Desde el 2015, en páginas de fútbol, de videojuegos, de anime… encuentras a gente peleándose, e incluso a cuentas que incitan odio, o que atacan a otras cuentas o colectivos, en algunas ocasiones excusándose en el humor. El humor termina cuando ofendes directamente a la otra persona. No cuando la otra persona se sienta ofendida, que por algo nos llaman “la generación de cristal” y razón no les falta. La mejor solución a esta situación es que un tercero independiente al tema considere la situación, como en un juicio. Que el tercero pueda tener opiniones diversas del tema a tratar es lo de menos, lo que se busca es la situación de neutralidad, situación que en los tiempos que corren está en peligro de extinción. Y es que últimamente está de moda el “si no estás conmigo, significa que estás contra mí”. Y eso me parece un error. Que no esté contigo no significa que vaya contra ti. A lo mejor me apetece no meterme en el tema, o tengo una opinión diferente que no requiere que sea contraria a la tuya. Esto se ve mucho en Twitter, nuestra siguiente parada.

Twitter me lo descargué en 2019, y aunque yo toxicidad como tal no he vivido, he visto montones y montones de toxicidad. Gente que no se conoce de nada insultándose unos a otros como si fueran archienemigos de siempre, solamente porque tú opinión difiere un poco que la del otro. Amenazas de muerte, publicación de información privada… internet ha dejado de ser un método para que las personas se relacionen. Internet se ha convertido en un pozo donde los usuarios, protegiéndose en el anonimato y la distancia, pueden hacer verdaderas atrocidades sin que, en algunos casos, les pase nada. Y es cierto que las leyes sobre el cyberbulling se están endureciendo, y esto me parece horrible, porque:

  1. Deberíamos ser lo suficientemente civilizados como para saber comportarnos, tanto en línea como en la vida real. Y quien no sepa, se le enseña o se le sanciona. El problema es cuando sienten que están impunes, que pueden hacer lo que les de la gana.
  2. Las medidas aplicadas nos están quitando la libertad online. Censura de palabras, páginas web… eso nos afecta directamente, y es una de las razones de por qué Twitter es considerada la peor red social, y por qué páginas como YouTube se están convirtiendo en una guardería. Y eso nos lo hemos buscado nosotros, los usuarios, al creernos los reyes del mambo y creer que nada de lo que hiciéramos tendría consecuencias.

Mi viaje continúa en PlayStation 4, en juegos como Dead By Daylight o FIFA, donde, entre los años 2018 y 2020 he recibido más comentarios privados de gente insultándome, diciéndome que era muy malo o que aprenda a jugar, sobre todo en FIFA. Y es de lo que hablaba antes: cada vez hay más personas que se han educado con internet, y a lo mejor de pequeños han podido decir cualquier barbaridad y nadie le dijo nada, y quién se lo dijera, se ve que no tenía autoridad ante esa persona (obviamente es un usuario online, no un padre), y ahora sienten que pueden decir lo que les da la gana.

Y así llegamos a la actualidad: la actualidad de un internet que oscila entre la toxicidad absoluta y una guardería, pasando por el oasis que es Twitch, donde todo está bastante bien gestionado hasta la fecha, y que por algo ha desbancado a YouTube como la principal plataforma de entretenimiento.

¿Cómo continúa mi viaje? Solo utilizo Instagram para hablar con mis amigos y ver memes, me encierro en las experiencias de un jugador en los videojuegos, y como máximo juego con mis amigos, y me alejo lo más posible de la toxicidad… bueno, a veces veo comentario y peleas entre usuarios, pero solo para reírme de como des personas que no se conocen de nada, ni se van a conocer nunca, se amenazan de muerte.