Epígrafe 4.3 – El documental. Tipos de documentales. El documental como documento cultural

Década de los 60.

Se aprueba la píldora anticonceptiva en Estados Unidos, causando una libertad sexual paralela al movimiento hippie; la derrota en Vietnam conlleva protestas antibélicas por todo el país; Martin Luther King, Malcom X y John F. Kennedy son asesinados; el país norteamericano gana la “carrera espacial”; “La mística de la feminidad” de Betty Friedan marca el principio de la segunda ola feminista del país.  

Se firma la “Ley de Derechos Civiles” en la que se prohíbe la aplicación desigual de los requisitos de registro de votantes y la segregación racial en las escuelas, en el lugar de trabajo y lugares públicos. También la “Ley de derecho de voto”.

Esta aparente modernidad no dejó atrás los asesinatos de afroamericanos por motivos raciales; la segregación en ciudades, locales y medios de transporte; la discriminación en cualquier ámbito público, los medios de comunicación, las artes y las ciencias. Los abusos policiales, arraigados al racismo inherente a la cultura y sociedad norteamericanas, culminaron en la ciudad de Detroit, Michigan.

Domingo 23 de julio de 1967, 03:45 a.m. Multitud de oficiales de policía cercan la calle 12 al 9125 y allanan el local United Community League for Civic Action, donde 82 afroamericanos, mujeres y hombres, mayores y jóvenes, celebran el regreso de dos soldados a la ciudad. Los agentes irrumpen y sacan a todos a la calle, donde los meten en furgones para procesarlos y detenerlos sin motivo.

Mientras preparaban los transportes, una multitud considerable de espectadores se reunieron en la calle. Habían sido testigos de la incursión. Después de que la policía se fuera, la multitud comenzó a saquear una tienda de ropa de la calle y, poco después, comenzó el saqueo a gran escala en todo el vecindario.

Lunes 24 de julio. La policía del Estado de Míchigan y el departamento del sheriff del condado de Wayne fueron llamados a Detroit para ayudar a la abrumada fuerza policial de Detroit, comenzaron a realizar numerosos arrestos para sacar a los manifestantes de las calles y alojar a los detenidos en cárceles improvisadas y comisarías. A partir del lunes, las personas fueron detenidas sin ser llevadas al “Tribunal de Registradores” para la lectura de cargos. 

El gobernador de Míchigan, George Romney, y el presidente, Lyndon B. Johnson, inicialmente no estuvieron de acuerdo sobre la legalidad de enviar tropas federales. Johnson dijo que no podía enviar tropas federales sin que declarar un “estado de insurrección” para cumplir con la “Ley de Insurrección”. En general, esta ley otorga al presidente la facultad de enviar fuerzas militares a los estados para sofocar los disturbios públicos generalizados y apoyar la aplicación de la ley civil. Pero antes de invocarla, el presidente debe primero llamar a los “insurgentes” a dispersarse, pero si no se restablece la calma, el presidente puede entonces emitir una orden ejecutiva para desplegar las tropas.

La 82.ª División Aerotransportada y la 101.ª División Aerotransportada, parte de los grupos enviados a Vietnam, habían sido posicionadas anteriormente en el condado de Macomb, colindante a Detroit. Con todo esto, y poco antes de la medianoche del lunes 24 de julio, el presidente Johnson autorizó el uso de tropas federales en base a la “Ley de Insurrección” de 1807, que le autorizaba a llamar a las fuerzas armadas para luchar contra una insurrección en cualquier estado contra el gobierno.

A las 01:30 del martes 25 de julio, se desplegaron unos 8.000 miembros de la Guardia Nacional en Míchigan para sofocar el desorden. Más tarde, su número se aumentaría con 4 700 paracaidistas de la 82.ª y la 101.ª divisiones aerotransportadas y de 360 agentes de la Policía Estatal de Míchigan.

Casi toda la Guardia Nacional de Míchigan era exclusivamente blanca, inexperta militarmente, y no tenía antecedentes urbanos, mientras que las tropas del Ejército estaban integradas racialmente y habían tenido servicio en Vietnam. 

Aunque solo 26 de los más de 7 000 arrestos involucraron a francotiradores, y ninguna persona acusada de disparar fue procesada con éxito, el temor a los francotiradores precipitó muchas investigaciones policiales. El uso del término “francotirador” fue atribuido a un enemigo invisible, que podría estar en cualquier parte, que muy probablemente fuese negro y al que podían abatir sin ninguna excusa.

La correspondiente “búsqueda de armas” causó que muchas casas y vehículos fuesen inspeccionados. Las violaciones al toque de queda también fueron chispas comunes a la brutalidad policial. El precinto de la policía de Detroit abusó sistemáticamente de los prisioneros; como demostraron más tarde las fotos policiales, muchas lesiones ocurrieron después de ser arrestados. Las mujeres fueron desnudadas y abusadas mientras los oficiales tomaban fotos.

El 26 de julio, miércoles, las revueltas fueron sofocadas con violencia extrema, se usaron tanques y ametralladoras en un esfuerzo por mantener la paz.

Para el jueves 27 de julio ya había suficiente orden en la ciudad, y se ordenó el cese del uso de la munición letal y las bayonetas por parte de la Guardia Nacional.

Viernes 28 de julio, las tropas se retiran de la ciudad mientras un último gran incendio consume bloques de edificios.

2.509 tiendas fueron saqueadas, 388 familias quedaron sin hogar y 412 edificios fueron quemados, traduciéndose en más de 40 millones de dólares en daños a la propiedad.

1.189 personas resultaron heridas: 407 civiles, 289 sospechosos, 214 policías, 134 bomberos, 55 miembros de la Guardia Nacional de Míchigan, 67 policías del estado de Míchigan, 15 agentes del condado de Wayne y 8 soldados federales.

7.231 personas fueron arrestadas: 6 528 adultos y 703 menores. Una octava parte eran afroamericanos 

43 personas murieron: 33 eran negras y 10 eran blancas. 24 de las víctimas negras fueron disparadas por la policía y la Guardia Nacional; 6 fueron asesinados por dueños de tiendas y 3 murieron asfixiados en incendios.