4.3.- El documental. Tipos de documentales. El documental como documento cultural.

Morir para contar es un documental dirigido y guionizado por Hernán Zin, reportero de guerra, escritor, cineasta y productor ítalo-argentino. Su fecha de estreno fue en noviembre de 2018 y en 2019 optó a ocho candidaturas en los Goya: mejor película, dirección, guion original, dirección de producción, dirección de fotografía, montaje, sonido y mejor película documental. 

El documental empieza con escenas de cinco soldados de entre 18 y 31 años preparando y lanzando misiles con total normalidad, hasta el punto de que en los descansos hablan de las hamburguesas que se comerán cuando vuelvan. Hernán bromea cuando le preguntan que tal está y responde ‘aún vivo y dando guerra’, seguido de risas. A tan solo tres minutos de comenzar el documental, Hernán dice: “Si hay algo que siempre me ha sorprendido es que la guerra la ordenan los adultos y la hacen los niños; estos jóvenes no son conscientes del precio que van a pagar”. Esta frase va acompañada de planos de soldados jugando a videojuegos, concretamente de matar; parece de chiste, soldados que se pasan el día con armas y que en los descansos se dedican a jugar a videojuegos de la realidad que tienen en frente.  Es sorprendente cómo personas tan jóvenes, o personas en general, pueden normalizar una situación tal y como es la guerra.  

Hernán consigue transmitir profundamente cómo se sienten los reporteros de guerra; la adrenalina, los traumas, los temores, el estrés que genera este oficio. Nos permite una inmersión increíble en la profesión del reportero, el día a día que va acompañado de la crueldad, la inhumanidad y abandono de una infinidad de personas que son consideradas como meros objetos con interés económico y político. Es en estas situaciones donde los reporteros se convierten en las palomas mensajeras que intentan alzar la voz y narrar aquello que sucede y se ve a través de la televisión. 

Aparecen gran cantidad de periodistas, camarógrafos, fotoperiodistas… Estos cuentan sus experiencias y sentimientos de primera mano, mencionando además el sufrimiento de familiares y de sus entornos. Estos reporteros enriquecen el documental ya que lo hacen mirando directamente a cámara en un estudio con fondo negro, donde no hay nada más importante que el reportero y lo que está diciendo. A lo largo del documental se percibe esa adrenalina que persiste en el día a día de estos reporteros que ven la muerte pasar más de una vez a escasos metros. 

Este documental proyecta y denuncia la necesidad de transmitir y contar cómo debería ser el periodismo, convirtiéndose en un producto audiovisual de gran importancia para poder entender la actualidad y sus problemas. Además, se puede ver cómo los reporteros se sumergen hasta tal punto en lo que trabajan y en lo que viven, que cuando vuelven se sienten incomodos, sienten la necesidad de tener que encajar en una sociedad que tiene una mirada de la vida diferente. 

Aparecen imágenes y momentos de conflictos como Bosnia, Guerra del Golfo, Afganistán, Siria, Ruanda…; además, estas imágenes están respaldadas por las experiencias que cuentan frente a la cámara una gran cantidad de periodistas como Gervasio Sánchez, Javier Espinosa, Manu Brabo, Maysun o David Beriain

Resaltar también el homenaje que hace Hernán con este documental a aquellos compañeros como Julio Fuentes, Miguel Gil, José Couso o Julio Anguita que fueron asesinados por y para contar, junto con aquellos compañeros que fueron secuestrados, pero pudieron volver como Javier Espinosa, Ángel Sastre, Manu Brabo, Ricardo García… Estos tienen su momento durante el documental, pero sobre todo al final dónde aparecen sus fotografías, fecha de nacimiento y fallecimiento, así es cómo termina.

Miguel Gil , a la derecha, en el bombardeo en Yugoslavia.

Hernán Zin, como ya se ha dicho anteriormente, es un reportero de guerra, escritor y documentalista, aunque se licenció en Relaciones Internacionales. Se ha pasado la vida viajando por medio mundo, trabajando en países como Asia, África y América Latina; y ha colaborado con medio como El País, El Mundo, TVE, RNE, Cadena Ser, Cadena Cope… 

Es una persona polifacética que ha escrito libros como Voluntario en Calcuta (2002) y Querida guerra mía (2018), documentales como La guerra contra las mujeres (2013), Nacido en Siria (2017) y Morir para contar (2018) , video musicales… Por estos últimos films ha recibido premios y nominaciones como Premios Forqué, Premio Platino, Premio del Jurado del Festival de Al Jazeera, Premio Rory Peck, nominaciones a los Goya y a los Grammy Latinos…

Hernán tuvo una infancia maravillosa en la que contó con todo lo que quería en la vida y es por ello que más adelante sintió que tenía que devolver de alguna manera estos privilegios que tuvo. ¿Cómo lo hizo? Centrando sus trabajos en la pobreza en lugares como Calcuta, África…, y en el dolor ajeno. Escogió la guerra porque es, sin duda, el lugar dónde el dolor se magnifica, dónde él se siente como un narrador, donde siente que puede ser útil como altavoz de ciertas injusticias que intenta hacer llegar al mundo para que este se de cuenta y reaccione. 

“No sabía todo lo que iba a morir en mí, todo lo que muere en todos nosotros por contar la historia”, esta es una de las frases que dice Hernán a lo largo del documental y que más me hizo reflexionar. Esta se complementa con lo que dice Gervasio Sánchez: “Es duro acumular una especie de calendario que, en vez de estar representados los cumpleaños, es el calendario de los amigos muertos”. Y ya no solo son aquellos amigos muertos, también muere la salud mental y nace un dolor; un dolor que, como dijo David Beriain, “nos negamos a admitir porque nos parece simple y sencillamente una gilipollez, pero es un dolor real y no hay dolores pequeños. El dolor es como un gas, por muy pequeño que sea, tiende a ocupar todo el espacio disponible”.

¿Hasta qué punto somos capaces de poner en riesgo nuestra vida por algo?¿Por algo que nos gusta? En mi opinión, cuando es algo que de verdad te gusta (en el caso de los reporteros es contar la historia, contar la realidad, informar…), el riesgo y peligro pasan a estar en otro nivel de importancia, dejan de ser importantes o, mejor dicho, los asumimos y nos arriesgamos. Aun así, es importante contar con esa sensación de miedo ya que, como dice David Beriain en el documental: “El miedo es el mecanismo de defensa que te dice que no deberías estar ahí”. Esta sensación ayuda a valorar el peligro y saber si vale la pena seguir adelante ya que lo que está muy claro es que no merece la pena perder la vida de un compañero por toda la información que se recoge. 

¿Hasta qué punto sería yo capaz de ponerme en riesgo? Quizás sorprende a la gente, pero siempre he pensado que, si en algún momento de mi vida me tiene que pasar algo, que sea haciendo algo que de verdad me gusta y no sentada en el sillón viendo la televisión. Me gusta la fotografía y salir en bici, y ojalá ambas cosas pueda combinarlas para terminar trabajando en ello en un futuro. Desde que me empezó a gustar la fotografía siempre ha habido una parte de mí a la que le llamaba la atención las realizadas en conflictos, en países subdesarrollados…, la fotografía documental. Y siempre he pensado que si lo último que hiciese en esta vida fuese estar haciendo fotos, sería feliz (dentro del contexto de que es lo último que haría) porque habrá sido haciendo algo que de verdad me gusta. Al igual me pasaría con la bici, si es viajando con ella y disfrutando de la naturaleza, asumiría el riesgo al igual que lo hacen los corresponsales. Si no, ¿por qué volverían de nuevo al lugar de conflicto ya habiendo sido secuestrados o habiendo estado a nada de la muerte?

Roberto Fraile, un cámara salmantino, fue herido en Siria por impacto de metralla. Mes y medio después, cuando ya se recuperó, volvió a Siria para vivir una situación parecido y ver si era capaz o no. Aquí se ve cómo Roberto “disfruta” tanto su trabajo, que lo tiene como forma de vida y aún estando en una situación a nada de la muerte, vuelve. 

Destacar, además, a fotoperiodistas que aparecen en el documental como Maysun, Rosa María Calaf, Rosa Meneses, Mónica Berbané y Àngels Barceló. Algunas de estas cuentan experiencias como Maysun en Egipto, dónde afirma que sufrió violencia sexual diaria; o Mónica Bernabé que señala que ‘la mejor arma de seguridad es pasar desapercibida’. Estas fotoperiodistas, además de están en un lugar de conflicto que ya es peligroso, se les suma el hecho de que son mujeres en un lugar dónde la desigualdad puede llegar a ser muchísimo mayor. Pero ahí están, dándolo todo y arriesgándose haciendo lo que de verdad les gusta hacer, recopilar historias y compartirlas con el mundo.

Mónica Bernabé y Maysun

Este documental se publicó en 2018, pero desgraciadamente este 2022 se está dando el conflicto Rusia-Ucrania y se puede ver cómo los periodistas se ponen en peligro para conseguir información cierta, hasta el punto en el que muchos se están yendo fuera porque si informan de algo que no le conviene a Putin corren peligro. Los periodistas, como los de Sky News, no están siendo bienvenidos ya que no interesa que cuenten lo que ven, la realidad. 

Para finalizar, considero que este documental es esencial y al menos todo estudiante de Comunicación Audiovisual y, sobre todo, de Periodismo debería verlo ya que muestra la realidad en primera persona y permite sentirse inmerso en lo que se cuenta, enseñando el riesgo y las consecuencias de un oficio tan difícil, pero que a la vez puede llegar a ser bonito. 

Bibliografía

https://www.premiosgoya.com/pelicula/morir-para-contar/ 

http://festivalcinesevilla.eu/peliculas/morir-para-contar 

https://www.elcineenlasombra.com/morir-para-contar-critica/ 

https://www.youtube.com/watch?v=CkScu7nHP7Y