5.3. Ciberespacio, cibercultura y medios de comunicación

Actualmente el panorama que tenemos no es muy favorable para conseguir empleo, empezar proyectos de negocio o lograr esa ansiada estabilidad económica. Desde la gran crisis que tuvo lugar en 2008, el desempleo ha sido enorme en España con ligeras mejorías y nuevos puestos de trabajo en temporadas altas como verano, fiestas nacionales, Navidad…

Todo empeoró todavía más con la llegada de la pandemia de Coronavirus en 2020, cuando muchas personas fueron despedidas o sufrieron expedientes regulatorios de empleo (ERE) durante los meses de confinamiento. En el caso del sector hostelero, desde 2019 hasta este mismo año, son ya 10.000 negocios que han cerrado sus persianas. Algunos se lograron reinventar gracias a las compañías de servicio a domicilio como JustEat, Glovo…

Aquí es donde los perfiles que muchos han desarrollado en plataformas sociales, sobre todo en Instagram o Twitter, han jugado un papel fundamental. Muchos usuarios víctimas del desempleo y de las consecuencias devastadoras de la pandemia, han visto en las redes sociales una salvación. Con la creación de cuentas de empresa y perfiles dedicados a sus proyectos, han conseguido llegar a miles de usuarios y dar a conocer sus trabajos.

Publicación de Twitter de @leticiavillanov

Por ejemplo, muchas personas dedicadas al arte o que tenían como pasatiempo realizar dibujos, ilustraciones o diseñar productos, han decidido publicar sus trabajos en perfiles dedicados únicamente a compartir lo que hacen. De este modo, los usuarios interesados en adquirirlos podían comprarlos a través de la web de forma sencilla sin la necesidad de ir a una tienda.

Tampoco es nada novedoso el reciente papel de los denominados “influencers”, quienes básicamente trabajan exhibiéndose en las redes sociales y creando contenido para conseguir ser reconocidos por los usuarios e incluso llegar a convertirse en un referente para ellos. Los canales digitales son el medio que tienen para destacar y si lo logran, llegan a recibir grandes cantidades de dinero por cada publicación, siendo mayor cuanto más alcance y número de “me gusta” consigan. Estos, han hecho de Internet y las redes su medio de trabajo, permitiéndose trabajar desde cualquier parte del mundo y haciendo colaboraciones con diferentes marcas que les pagan y envían productos a cambio de publicidad y promoción en sus perfiles.

Publicación de Instagram en la que promociona un producto, del perfil de @dulceida, que cuenta con más de 3 millones de seguidores

Lo cierto es que ahora mismo, cuanto más te muevas en el mundo digital y enseñes lo que haces, ya sea mediante páginas webs o perfiles en redes, más reconocimiento obtendrás por parte de los usuarios. De hecho, muchos de ellos prefieren realizar sus compras a través de Internet en lugar de ir a una tienda física. Esto se incrementó notablemente durante y después del confinamiento, cuando las empresas se vieron obligadas a adaptarse a esta nueva situación mundial anunciando sus servicios y productos en redes sociales y con la creación de páginas webs.  Incluso hay casos de personas que sin experiencia ninguna decidieron abandonar sus trabajos físicos para adentrarse en el empleo por Internet. Uno de estos casos es el de la estadounidense Tori Gerbig, que abandonó su trabajo vendiendo seguros para dedicarse completamente al comercio en Internet, con lo que ha generado 140 millones de dólares al año.

Asimismo, los expertos aseguran que aquellos que no tienen perfiles activos en redes sociales tienen menos probabilidades de conseguir empleo. El punto de contacto que tienen con un posible trabajador casi siempre será su perfil digital, además esto permitirá a la empresa hacerse una idea de cómo es a través de las publicaciones de su muro además de conocer cuáles pueden ser sus intereses en función de las cuentas a las que siga.

Tori Berg, estadounidense de 35 años que gana 140 millones de dólares al año trabajando por internet.

Por tanto, la conclusión que sacamos de todo esto es una que ya sabíamos: la sociedad está cada vez más digitalizada. Esto puede ser algo bueno, en este caso sin duda, lo es. Sin embargo, si continúa el aumento de la digitalización en las compras, en los negocios, en la comunicación social… ¿cuál será el papel de todo aquello que no sea o en donde no intervengan factores digitales? Los comercios se tendrán que someter finalmente a la venta de servicios por internet, las relaciones sociales cada vez serán menos frecuentes fuera de las redes y toda interacción con la realidad física acabará por desaparecer. Por ello, lo ideal sería conseguir un equilibrio en el que el mundo digital y el mundo físico pudieran coexistir sin relegar al otro a un segundo plano.