4.4.- El videoarte y las artes. Contexto histórico y cultural del nacimiento del videoarte. Evolución: performance, teatro, videoclip

Los videoclips musicales habitualmente han sido una especie de cortometrajes compuestos en su mayoría por secuencias breves, comprendidas entre planos que componen una historia y otros planos en los que los artistas aparecen interpretando las canciones delante de la cámara.

Desde sus inicios hasta hoy, los videoclips han evolucionado muchísimo, y es que se dice que uno de los primeros ejemplos del concepto de videoclip fue gracias al grupo The Beatles. Ellos fueron los primeros en crear uno ya que no podían asistir a todos los programas de televisión a los que se les invitaba. Por esta razón, en el año 1966 comenzaron a producir vídeos acompañados de su música. Las canciones ‘Paperback writer’ y ‘Rain’ fueron las primeras. De esta manera, enviaron estos vídeos a los programas de televisión.

Con el paso del tiempo, la cosa se puso seria, y fue más allá del simple hecho de acompañar a la música para salir del paso cuando un artista no podía acudir a todos los sitios en los que la gente querría que estuviesen. El videoclip se convirtió en arte en sí mismo, que pasó de ser una simple actuación de los cantantes, a contener además de esas actuaciones, todo tipo de efectos especiales, historias con guiones elaborados, bailarines, actores, y un sinfín de elementos que también componen las películas que vemos hoy en día en el cine.

A pesar de estos avances, no es todo de luz y color, ya que crear videoclips exitosos, puede ser cada vez más fácil, cuando anteriormente, era al revés. Hoy basta con meterse en un plató y cantar a cámara haciendo como que estás disfrutando de ello, meter elementos sexistas, tener una vida de lujos, estar rodeado de cosas buenas, gente guapa etc. Antes no bastaba con eso, sino que se construían mini películas que al menos en cuanto a complejidad de la historia, van más allá de lo que vemos ahora mismo en gran cantidad de videoclips musicales que tanto están triunfando en todo el mundo.

Por suerte, aún hay artistas que se lo toman en serio y siguen queriendo mantener ese concepto que se había construido, e incluso reinventarse tanto a ellos mismos como personas y artistas, como hacer crecer y expandir los horizontes que el videoclip musical puede abarcar.

Con esos esfuerzos, hacen una extensión de lo que son sus canciones, ya que muchas de ellas, no tendrían el mismo significado si no van acompañadas de estas historias. Muchos de estos videoclips ofrecen contenidos cuidados al más mínimo detalle y meticulosamente trabajados para llegar al espectador de una manera más directa traspasando la pantalla para hacerle llegar los sentimientos que el cantante desea con sus letras y las historias que hay detrás de ellas.

La calidad de los videoclips ha disminuido mucho en los últimos años, eso es verdad. Cantantes como Drake, Chris Brown, Pitbull, Rauw Alejandro o Anuel AA le hacen un flaco favor a la industria, ya que son los encargados de distribuir a sus audiencias mensajes machistas, sexistas y denigrantes. Considero que ellos no hacen vídeos musicales, sino que muestran la realidad de excesos que ellos llevan gracias a su poder y su dinero. Una realidad distorsionada por la fama y los valores que han ido adquiriendo por culpa de esto.

¿Quién dijo que todos los cantantes de rap tenían que estar rodeados de chicas en bikini, botellas de champán y billetes de 100 volando por los aires? Nadie sabe, pero todos estos raperos que he mencionado lo hacen, al igual que probablemente la mayoría de sus colegas de la industria. Mientras ellos aparecen como poderosos, exitosos, bien vestidos y cómodos, las mujeres que aparecen en estos vídeos, aparecen como complementos, objetos de placer y lo que refleja el poder del chico que las acompaña.

La mujer ha pasado a ser mercancía que se vende en la industria musical y publicitaria, y es algo que todos hemos hecho que sea normal. Somo muy pocas las mujeres que nos quejamos de este tipo de videoclips que he mencionado, pero todos los hombres fans de estos cantantes, se ofenden cuando gritamos nuestra verdad, porque se aferran al “¿por qué no puede hacer lo que quiera en sus vídeos?”, o simplemente, no dicen nada, porque no saben qué decir ante estas situaciones.

Las cosas cambian mucho cuando muy de uvas a peras, aparece una mujer que domina a un hombre, que normalmente no lo hacen por placer, sino para reivindicar precisamente la sumisión a la que estamos acostumbrados de que es la mujer la que tiene que ser inferior. En este caso, cuando aparece el hombre sometido, todos los hombres que se ofendieron cuando las mujeres alzaron la voz en contra de esos videoclips machistas, ahora sí que parece que tienen algo que decir.

“Ahora todas las feminazis estás muy calladas, eh”. ¿Quién no ha oído esto o quién no lo ha visto por redes sociales? ¿Es acaso necesario pelear con ellos simplemente para explicarles que es una forma de reivindicar cómo se ve esa situación al revés? Pues a veces es mejor dejarlo pasar, porque en muchas ocasiones son casos perdidos, que solo nos llevaran a enfadarnos más porque este público ni lo entiende ni lo quiere entender.

¿Qué vamos a esperar de alguien que admira a un abusador como Chris Brown? Esto es otro melón por abrir… El cantante ha sido juzgado varias veces por violencia de género y abusos sexuales, entre otras cosas. Es aquí cuando debería entrar en juego la cultura de la cancelación, es decir, por muy bien que pueda cantar este señor, no se puede admirar a un violador. Tristemente la cultura de la cancelación solo funciona para mujeres.

No es suficiente que hayan salido a la luz las fotos de Rihanna tras brutal paliza que sufrió por parte de Chris Brown, porque él sigue sacando música, llenando estadios, ganando premios, e incluso su popularidad crece. ¿Qué hubiese pasado si la historia fuese al revés? ¿Dónde estaría Rihanna ahora mismo si fuese ella la que le hubiese pegado la paliza a él?

Miles de preguntas a las que no soy capaz de darle una respuesta porque aún vivimos ahogadas por el machismo. Está comprobado que un hombre se puede ir de rositas, pero en cuanto una mujer es presunta culpable, ya está en el punto de mira de mucha gente, cancelada por otra tanta, e incluso muerta para otros.

La industria musical es cada vez más similar a una mafia, y se ha ido pudriendo desde dentro. Si es ahora cuando vemos la superficie de todo el problema, no me quiero imaginar desde cuando y cómo empezó a echar raíces esto. De lo que sí estoy segura es de que ha llegado a un punto de ser normal y nadie quiere pararlo por eso mismo, porque es normal.

Es normal que las mujeres estén más cohibidas y tengan que hacer siempre lo que que les dicen, mientras que los hombres son los verdaderos jefazos. Videoclips musicales repugnantes como ‘Blurred Lines’, ‘Swalla’ o ‘Reggaetonera’ son los claros ejemplos de la imagen que estos artistas transmiten como personas. Lo peor es la tranquilidad con la que viven con ello, se atreven a lanzar estos mensajes e imágenes y saben que no van a ser juzgados.

Escrito por Andrea Romero