5.3. Ciberespacio, cibercultura y medios de comunicación

Gracias a las redes sociales cada uno de nosotros tiene en la palma de su mano una ventana a través de la que poder ver en cada momento qué hacen sus ídolos, familia y amigos. Al principio fueron las fotos publicadas, pero, con la llegada de las “historias” a plataformas como Twitter, Instagram o Facebook, somos testigos de cada paso que da otra persona a lo largo del día. Aunque, al igual que todo en esta vida, está bien en su justa medida. Parece que nos hemos obsesionado con propagar a las cuatro pantallas dónde estamos, qué hacemos, qué comemos, con quién… ¿en qué momento hemos decidido que nuestra privacidad sea compartida?

Son muchos los debates que se han generado alrededor de una excesiva exposición en las redes y los riesgos que esto puede tener. Además, podemos poner rostro a los hijos de cada uno de los famosos que no dudan en presentárnoslos desde que nacen, para más tarde hacernos partícipes de su crecimiento. No obstante, también existen aquellos recelosos que los comparten sin mostrar sus rostros. El Tribunal Supremo, mediante una sentencia de 2015, declaraba ilegal subir a la red la foto de un menor siempre que no exista un consentimiento constatable de los padres. Pero, tal y como se ha mencionado anteriormente, existen perfiles de influencers que crean muchísimo contenido e interacciones en las redes gracias a las publicaciones de sus hijos.

¿Qué pasaría si el día que esos hijos que crecen rodeados de una gran presión social y mediática deciden que las fotos que sus progenitores compartieron sean eliminadas? Este caso fue el de un menor italiano que cuando cumplió 16 decidió denunciar a su madre por la difusión de imágenes suyas sin consentimiento. La jueza mandó finalmente que la madre borrase todo el material y le prohibió continuar compartiendo fotos del joven.

En prensa y revistas cuando aparece un personaje reconocido junto a menores, las caras de estos últimos suelen aparecer pixeladas por la aplicación de varias leyes entre las que se encuentra la Ley Orgánica 1/982 de Protección Civil de Derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen.

En España, uno de los casos que más repercusión ha tenido actualmente es el de la influencer y youtuber de 36 años, Verdeliss. Mujer, madre de 8 hijos, youtuber y creadora de contenido en redes, en especial Instagram. Verdeliss comparte con un millón y medio de personas, de seguidores, lo que es su día a día en una familia numerosa. No obstante, no todos los que deciden seguirla apoyan la forma que tiene de llevar su perfil, puesto que un gran número de estos creen que está utilizando a todos sus hijos como medio de negocio. Este debate estalló por los aires cuando el pasado 8 de febrero, nos presentaba a su octava hija, Deva, en un vídeo publicado en Instagram en el que podíamos ser testigos del parto completoen una piscina hinchable instalada en su casa. La pequeña, nació sin haber roto la bolsa amniótica y fue la madre quien tal y como se observa en el vídeo, la retiró. Aunque su objetivo fuera visibilizar y dejar de estigmatizar el parto de una mujer en casa, se volvió viral precisamente por todo lo contrario, las críticas. Sus detractores no dudaron en calificar de poco ético que compartiera algo tan íntimo y personal como un parto, sumando lo “peligroso” que es dar a luz en una vivienda en lugar de un hospital. Además, cabe mencionar que sus otros siete hijos fueron testigos y se podían ver en el vídeo publicado. De hecho, la presentadora de televisión Adriana Abenia cargó duramente contra la decisión de la youtuber y decía lo siguiente:

» Que una mujer, hoy en día, con la información que hay y los avances sanitarios, decida por su cuenta y riesgo dar a luz en casa me parece peligroso. Me parece muy heavy tomar esta decisión cuando ya afecta a tu hijo, a tu criatura»

Tampoco quiso desperdiciar la oportunidad de reiterar la sobreexposición que hace Verdeliss de sus hijos y acabó calificando el último parto de “dantesco”, afirmando que se quedó sin palabras al ver que algunos sus hijos jugueteaban en la piscina en la que su madre acababa de dar a luz.

La práctica de compartir fotos de los menores en Internet ha recibido el nombre de sharenting (share y parenting, compartir y crianza) y según un informe realizado por Reino Unido los padres publican alrededor de 13.000 vídeos o fotografías de sus hijos antes de que estos tengan 13 años. Asimismo, una investigación de AVG calculaba que un 81% de bebés están en Internet sin siquiera haber cumplido los seis meses.

Todo esto lleva a plantearnos cómo estamos llevando nuestra vida, la influencia que las redes sociales pueden llegar a tener ya no sobre nosotros mismos, sino también en aquellos que nos rodean y que de alguna forma acaban siendo partícipes de nuestras decisiones, involucrándose, quieran o no. ¿Dónde fijamos los límites de Internet? ¿Tiene Internet límite alguno?