(1.1) Historia y evolución de los medios audiovisuales (2ª mitad del siglo XX y siglo XXI)

Otra cosa no, pero parece que levantar polémicas es la clave para tener éxito, o al menos eso es lo que encontramos en el mundo audiovisual. La fama, el sexo y las referencias familiares y religiosas son los elementos que vertebran el tercer álbum de estudio de la cantautora española Rosalía: ‘Motomami’ (18 de marzo de 2022), compuesto por dieciséis canciones.

Pop de bagaje industrial, bachata modernizada, dembow, guiños de jazz, bolero revisitado, electrónica, reguetón, sintetizadores y órganos saturados, samples y sonidos que se entrelazan, coros deconstruidos, sonidos que recuerdan a videojuegos arcade, efectos vocales que remiten a la cultura koreana, voces de registros diversos…

En definitiva, una puesta en escena del desarrollo de la industria musical y de los artistas emergentes, que en apenas unos años se han adueñado del panorama no solo musical, sino también audiovisual.

En el siglo XXI la música ya no es música, sino un batiburrillo de influencias tan culturales como cinematográficas que se alían para conseguir crear nuevos estilos. Y es precisamente eso lo que encontramos en el videoclip de ‘Saoko’, la primera canción del álbum en la que la intérprete ya recoge más de 25 millones de visitas en Youtube.

Dirigido por el director de cine Valentin Petit, el videoclip se presenta más como una película de Wong Kar Wai que como un acompañamiento para la canción. Sin duda, una obra de arte audiovisual que nos muestra simbología por cada costado.

Sin embargo, no todo es innovación y experimentación, sino que la artista decide samplear a los cantantes de reguetón Yankee y Wisin con este tema, dando un paso atrás hacia el reguetón clásico que muchos echan de menos.

Parece que la vuelta a la esencia de las modas que se han extendido hasta hoy es lo que acapara los debates de los consumidores. Esa nostalgia internacionalizada nos lleva a hablar del streaming como punto de inflexión para la industria de la música.

La primera tecnología de streaming por internet tal y como lo conocemos en la actualidad aparece en la década de los 90. Los culpables de que el público se adentrara en ello fueron ni más ni menos que Los Rolling Stones, a través de 20 minutos de concierto que transmitieron de forma gratuita de su concierto en el Estadio Cotton Bowl (Dallas), como parte de la promoción pay-per-view que tendrían por la cadena premium Showtime.

Previamente, el grupo estadounidense Severe Tire Damage había compartido en vivo 90 minutos de su concierto celebrado en Palo Alto. Ambas transmisiones fueron posibles debido a una red de internet de alta velocidad para transmitir conferencias académicas desde 1992: Multicast Bone o MBone.

Y es que con la llegada del digital, las cifras de este sector son impactantes como poco. Pero no solo de este sector, pues las plataformas streaming comparten el mismo motor de cambio hacia este nuevo consumo tanto en el audiovisual como en el musical. En el caso de la música, esta nueva vía de distribución supuso un incremento del 41,1% en 2017. Claro está que con la llegada de Spotify en 2006 y las nuevas empresas que han ido emergiendo y haciéndose hueco en el mercado (Amazon, Apple, Google, Youtube), es difícil no ver factible la contratación de estos servicios.

Hemos pasado rápidamente a un nuevo nivel en el que cantidad, calidad y rentabilidad se han asociado. En la actualidad, la venta física supone un 30% de los ingresos totales de la industria musical y la digital goza de un 54%, del cual el 38% pertenece al streaming.

Ahora el público es capaz de elegir entre las posibilidades de un catálogo a la carta, que ellos mismos pueden personalizar en base a sus gustos y que se recogen en estas plataformas.

De este modo, la calidad de nuestra escucha ha mejorado tanto a nivel sonora como del oyente, así como la disponibilidad para escuchar dónde y cómo queramos tan solo con tener un móvil e internet.

Rosalía sabe cómo moverse en el tablero de ajedrez. Más que artistas, el panorama musical actual está criando empresarios y visionarios que saben cómo adaptarse al mercado y cómo ser tan todoterrenos como la pandilla de chicas que se presentan en el videoclip de ‘Saoko’. La catalana, que ha decidido refugiarse en la vanguardia con este nuevo proyecto, rompe los esquemas experimentando con motos, base de jazz en mitad de una canción de reguetón, mucha moda y sonidos que recuerdan a la cultura koreana. Como solo ella sabe, consigue agrupar nichos muy distintos que le abren paso a públicos igual de diferentes.

Con todo ello, apuesta por la variedad como solución a la experimentación, cambiando el imaginario español por uno más americanizado y mostrando su propia transformación y crecimiento. Como ella misma afirma: “Me contradigo, yo me transformo/ Soy to’a’ las cosa’, yo me transformo”.