1.3.- La aplicación de la perspectiva de género a los medios audiovisuales

Por todos es bien sabido que las mujeres inteligentes son en la mayoría de ocasiones descalificadas como mandonas, sabelotodo, frías o incluso “malfolladas”, término que no deja de tener gracia siendo que la persona que tendría que hacer bien su labor es la que está fallando en ello, según ellos. Aunque poco a poco estos adjetivos vayan desapareciendo el vocabulario, antiguamente era aún más complicado deshacerse de ellos. Si no, que se lo digan a Hedwig Eva Maria Kiesler

1“Cualquier chica puede ser glamurosa. Todo lo que tienes que hacer es quedarte quieta y parecer estúpida”-Hedy Lamarr

1“Cualquier chica puede ser glamurosa. Todo lo que tienes que hacer es quedarte quieta y parecer estúpida”-Hedy Lamarr

Hedwig comenzó su trayectoria en el cine abandonando sus estudios de ingeniería, que poco o nada tenía que ver una cosa con la otra (o eso pensaba todo el mundo). El empresario y director de teatro y cine Max Inhdart fue quien la descubrió, y quien se la llevó mundo de la interpretación.

Su carrera cinematográfica empezó en ese momento, y pronto se haría mundialmente famosa por la secuencia en la película Éxtasis (1933) en la que sale completamente desnuda, marcándose a sí misma como la primera mujer en la historia del cine que aparecía desnuda en un film comercial. Como es de esperar, el desnudo no tuvo un buen recibimiento por el sector más conservador, pero el peor acontecimiento post-estreno no fueron las críticas.

El magnate de la industria Friedrich Mandl quedó embelesado por la belleza de Hedy y solicitó/se las apañó para conseguir un casamiento de conveniente y ser prometida en matrimonio en contra de su voluntad. La propia Hedwig, posteriormente en sus memorias, describió la época como una completa esclavitud. El hombre compró todas las copias de Éxtasis para que nadie la viese desnuda, solo le permitía desnudarse o bañarse si estaba el delante y ella debía acompañarla a todos sus eventos. Hastiada en esa jaula en la que se había convertido su vida, decidió retomar su carrera de ingeniería.

La vigilancia continua llegó a un punto insoportable y armada de valor, Hedwig decide huir. Estando en un viaje de negocios, escapó por la ventana del baño de un restaurante en Paris, llegar hasta Londres, y allí embarcarse en el trasatlántico con destino a Estados Unidos. Su huida al más puro estilo Lara Croft no fue en vano. Casualidades de la vida, en ese mismo barco conoce al productor de cine Louis B.Mater, al que le pide trabajo, y que le cambiase su nombre artístico para nunca jamás tener nada que ver con Éxtasis. Así se bautiza Hedy Lamarr.

Así es como esta nueva actriz se instala en Hollywood y trabaja, entre otros, con King Vidor (Camarada X, Cenizas de amor), Jacques Tourneur (Noche en el alma, 1944), Robert Stevenson (Pasión que redime, 1947) y Cecil B. DeMille (Sansón y Dalila, 1949). Protagonizó una treintena de películas, pero he de admitir que, aunque este artículo se base en contar su historia y defenderla, nunca tuvo mucho ojo a la hora de elegir papeles, ni demasiados dotes interpretativos para hacerlos.

En 1941, medio mundo estaba en guerra: los ejércitos alemanes habían barrido a las fuerzas polacas y francesas de manera rotunda y rápida. El peligro se aproximaba a Gran Bretaña. Por uy rocambolesco que suene, fue la guerra la que impidió que Hedy continuase su carrera cinematográfica.

No le faltaban conocimientos de las prácticas en el gobierno de Hitler, había aprendido todo de los años en matrimonio con Friedrich Mandl, así que ofreció su trabajo al National Inventors Council, que muy amablemente la invitaron a que no perdiese su tiempo con la ingeniería, y continuase siendo la chica guapa que todos conocían. Lejos de desanimarse u ofenderse, consultó a su representante artístico e idearon una campaña en la que cualquiera que adquiriese 25.000 o más dólares en bono de guerra, recibiría un beso de la actriz. En una sola noche vendió 7 millones de dólares.

Hedy no se quedó satisfecha, deseaba mostrar al mundo sus conocimientos en ingeniera, sobre todo en el campo del guiado de armas por control remoto mediante señales de radio, que presentaba dos problemas fundamentales: unas transmisiones vulnerables y la inseguridad en la recepción de la señal. Su idea entonces fue transmitir esos mensajes u ordenes de mando fraccionándolos en pequeñas partes secuenciales, de este modo, los tiempos de transmisión en cada frecuencia eran demasiado breves para recomponer el mensaje y llegarían de manera más sencilla al receptor.

Hedy Lamarr y el compositor George Antheil recibieron el número de patente 2.292.387 por su Sistema de comunicación secreta. Esta versión temprana del salto en frecuencia, una técnica de modulación de señales en espectro expandido usaba un par de tambores perforados y sincronizados (a modo de pianola) se diseñó para construir torpedos teledirigidos.

El hecho de que sus patentes fueran concedidas con el nombre de casada y no por el nombre artístico impidió que su contribución recibiera el debido reconocimiento en su momento.

El primer uso conocido de la patente se dio en la crisis de los misiles de Cuba. Durante esta crisis de 1962 se usó este sistema en el control remoto de boyas rastreadoras marinas. La misma técnica se incorporó en alguno de los ingenios utilizados en la guerra de Vietnam y, más adelante, en el sistema estadounidense de defensa por satélite (Milstar), hasta que en la década de 1980, el sistema de espectro expandido vio sus primeras aportaciones en ingeniería civil. Así, con la irrupción masiva de la tecnología digital a comienzos de esa misma década, la conmutación de frecuencias permitió implantar la comunicación de datos WIFI.

Como la actriz no consiguió ingresas ni un centavo por la patente, en los años que siguieron a la guerra, Hedy fundó su propia compañía cinematográfica y protagonizo algunas películas de dudable calidad.

Su historia acabó el 19 de enero de 2000 en Caselberry. La herencia, valorada en 3 millones de dólares, fue repartida entre sus dos hijos menores, su secretaria personal y un policía local que la acompañó y ayudó durante su última etapa.

En Austria, el Día del Inventor se celebra el 9 de noviembre en su honor

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